Es otra de las películas por la que transpira alegría de vivir, como un canto a la libertad sin pretensión alguna más allá de pasárselo bien, como que cada cual haga lo que le apetezca bajo un techo sin que resulten molestos cohetes, danzas o los golpes de teclas de una máquina de escribir que hila comedias fuleras, y allí que le añadimos una sana oposición al trabajo monótono y fatigoso, una enconada resistencia a los planes urbanísticos de los magnates inmobiliarios y la objeción fiscal directa a los gastos militares del Estado. Grande Capra.
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