martes, 15 de enero de 2019

Nick Hornby, "Alta fidelidad" [1995]

El gusto, una instancia de diferenciación social. ¿Somos algo más que ociosos espectadores de frágil memoria que consumen un alud de mercancías culturales? 'El espectáculo es la pesadilla de la sociedad moderna encadenada que no expresa finalmente más que su deseo de dormir'. Escribía Víctor Lenore en su conocida crónica, 'El tópico de la novela 'Alta fidelidad', que retrata a los dependientes como celosos sacerdotes de los secretos de la música solo para iniciados, es totalmente cierto. En este tipo de espacios, desconocer un dato o pronunciar mal un nombre equivalía a que te perdieran el respeto'. El enciclopédico elitismo de melómanos, cinéfilos y lectores, el prestigio asociado a quien está al corriente de la actualidad cultural, la soporífera retahíla de discos, películas y libros promocionados incesantemente, renovado e incuestionable triunfo del ritmo de la producción y reproducción mecánica. "Nuestra época no necesita escribir consignas poéticas sino ejecutarlas", escribían los de la IS. El equipamiento técnico del aislamiento, la soledad de la habitación con la matraca rapper sonando insistente; la evasión ligera del cine-ficción, otra película que es avance publicitario de la próxima. Escribían Adorno y Horkheimmer, 'En Alemania, sobre las películas más alegres y ligeras de la democracia se cernía ya la paz sepulcral de la dictadura'. Unas comedias que provocan una risa terrible, eco de la fuerza ineluctable del poder; unos divertimentos que ofrecen la posibilidad de olvidar el dolor o aniquilar el pensamiento; unas tragedias que hacen interesante el aburrimiento de una felicidad consensuada: como seguidores del espectáculo del fin del mundo que abandonan con la repetición ritual de sus gestos una ya lejana intención de liquidar el mundo del espectáculo. ¿Qué se cierne en nuestra era tras la industria del entretenimiento?


"Hace algún tiempo, una vez que Dick, Berry y yo nos pusimos de acuerdo en que lo que importa es tu gusto, y no lo que seas o dejes de ser, Barry propuso la idea de un cuestionario para sondear a toda persona que fuera candidata a formar pareja con uno: un texto de dos o tres páginas, una batería de preguntas tipo test, que abarcarse todos los apartados de música, cine, televisión y libros. Nos divirtió en su momento, aunque Barry, siendo como es, fue un paso más allá: efectivamente preparó el cuestionario y se lo puso delante a una pobre chica por la que estaba interesado. Ella le sacudió en la cabeza con las hojas del cuestionario. Sin embargo, su idea contenía una verdad importante y esencial, que es precisamente el hecho de que estas cosas importan, y que por eso no sirve de nada fingir que cualquier relación puede ser viable en el futuro, teniendo en cuenta que tus gustos musicales y los de ella difieren violentamente, o teniendo en cuenta que las películas preferidas de los dos ni siquiera se dirigirían la palabra si se encontrasen en una fiesta."

("Alta fidelidad", Nick Hornby, 1995.)

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