viernes, 13 de marzo de 2020

José Luis Carretero Miramar, "Eduardo Barriobero. Las luchas de un jabalí" [2017]


De una manera amena, mezclando documentos históricos y narración novelada, Carretero Miramar nos conduce por la vida de uno de nuestros riojanos ilustres del siglo pasado: Eduardo Barriobero y Herrán. Republicano federal cercano al anarcosindicalismo, abogado obrerista, letrado de reputados pistoleros de la clase obrera, sorprendente jurista, escritor de multitud de novelas, reconocido masón, colaborador habitual en una importante cantidad de publicaciones republicanas, traductor de autores clásicos, fue una personalidad destacada de la vida pública española del primer tercio del siglo XX. Con el advenimiento de la Segunda República, fue elegido presidente de un reconstituido Partido Democrático Republicano Federal, organización heredera de los postulados de Pi i Margal, que durante aquella conflictiva década pretendió convertirse en un altavoz parlamentario de la CNT, promoviendo la formación de una República Social. Sus diputados se convirtieron en los 'jabalíes', una suerte de 'Montaña' jacobina patria, diputados de las Cortes vehementes en la crítica de las tímidas reformas sociales del pacato republicanismo burgués y denunciantes de sus brutales medidas represivas. Ángel Samblacant, Ramón Franco, hermano del Generalísimo, Rodrigo Soriano o Eduardo Ortega y Gasset, fueron eminentes 'jabalíes'. En la contradictoria dualidad de poderes del bando republicano durante la guerra civil, Eduardo Barriobero se puso al frente de la Oficina Jurídica dependiente de la Generalidad catalana, se ocupó de una diversidad de materias legales atento al nuevo Derecho acompañante de la ebullición revolucionaria; destituido tras las jornadas de Mayo '37, fue apresado y juzgado por un tribunal republicano acusado de robo; muy enfermo, se negó a acompañar los convoyes del exilio: fue fusilado por las tropas franquistas a principios de febrero de 1939.

"No habrá gobierno propiamente dicho. La sociedad será como una vasta asociación cooperativa, teniendo al frente un consejo administrativo nacional para los asuntos nacionales -que también podrá entonces darse el nombre de naciones a las grandes agrupaciones humanas- consejos de administración comunal para los asuntos locales, consejos de administración particular para cada taller, explotación agrícola, almacén público, etc. En cada taller, en cada explotación agrícola, en cada almacén público, los trabajadores estarán asociados en sindicatos que nombrarán el consejo de administración, fijarán por sí mismos el reglamento del taller, de igual modo que lo hacen hoy los obreros de una cooperativa de producción. En cada consejo de administración comunal, todas las corporaciones o todos los sindicatos estarán representados. El consejo de administración se ocupará de la luz, del agua, de las vías locales de comunicación, del servicio local de transportes, de las casas con habitación, que serán todas de propiedad comunal, y que los municipios cuidarán de mantener confortables y en condiciones higiénicas. A la cabeza de la agrupación nacional, el Consejo de administración será como una especie de Parlamento del Trabajo, donde todos los oficios enviarán sus delegados. [...]
Como se ve, el comunismo libertario no es el fin del mundo, la vuelta de Atila; sus proyectos no pueden asustar a quien tenga una inteligencia normalmente ordenada. Por el contrario, como nueva organización del trabajo, podría ocupar dignamente un sitio en el programa de cualquier partido política de orden."

(Eduardo Barriobero y Herrán, "Delitos de la multitud", 1934.)

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