sábado, 28 de enero de 2023

Amin Maalouf, "Las cruzadas vistas por los árabes" [1983]

casualmente estos días ando zanjando la cuenta pendiente lectora que contrae todo apocalipticista medianamente honrado: interesarse por 'el otro lado' de las cruzadas, asomarse a la visión de los cronistas árabes y judíos, un acercamiento aquí establecido a través de un libro absorbente: "Las cruzadas vistas por los árabes" de Amin Maalouf; cuenta el escritor libanés en la primera parte, las sangrientas peripecias del fanatizado contingente franco, aka los franys, en su tránsito sangriento desde Constantinopla, atravesando Asia Menor y Siria, hasta tomar Jerusalén, aquel viernes 22 del Sha'bán del año 492 de la Hégira: fue el saco de Jerusalén, punto inicial según algunos para reconstruir una hostilidad milenaria, que en el momento de suceder pasará sin pena ni gloria en los reinos musulmanes: la guerra santa con ardor escatológico era un asunto de rostro-pálidos; poco espacio guarda Amin Maalouf para la desastrosa peregrinación armada de los desheredados comandada por Pedro Ermitaño, que a lo sumo sirvió para otorgar una incauta impresión de seguridad militar al joven rey selyúcida Kilij Arslan: el siguiente contingente frany, el que engrosaban los temibles jefes cristianos, Raimundo de Saint-Gilles, Godofredo de Bouillón o Bohemundo de Tarento, avanzará bárbaro y enardecido hacia la santa ciudad; la heroica guarnición de Antioquía opondrá larga resistencia, ¿qué fraile astuto preparó el escenario para que convenientemente fuera hallada la presunta Lanza de Longino?, el enclave de Maarat an-Numan testimoniará las cotas de terror cruzado, las catapultas lanzarán cabezas decapitadas de musulmanes a la ciudad y se llegará a despiezar cuerpos humanos para prepararlos como alimento, '¡A los nuestros no les repugnaba comerse no solo a los turcos y a los sarracenos que habían matado sino tampoco a los perros!'; en su llegada a Jerusalén, los ojos de Iftikhar ad-Daula, 'orgullo de la nación', no darán crédito: el primer movimiento de las huestes cruzadas será una inusitada procesión en torno a los muros encabezada por sacerdotes que rezaban y cantaban a voz en grito, prolegómeno de un ardor guerrero escatológico ansioso por precipitar el fin de los días, lanzado poseso y sin miramientos a las murallas; un fanatismo ciego sorprendente y victorioso, anticipo del saqueo y del asesinato: 'A los judíos los reunieron en su sinagoga y allí los quemaron vivos los frany. Destruyeron la tumba de Abraham -¡la paz sea con él!'

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