jueves, 25 de julio de 2019

Vsevolod Pudovkin, "El fin de San Petersburgo" [1927]


Al igual que 'Octubre' de Eisenstein, esta película es un encargo del gobierno soviético para conmemorar el décimo aniversario de la Revolución Rusa. Y como si estuviera bombardeando el Palacio de Invierno desde el crucero Aurora, homenajea Pudovkin los emblemáticos sucesos que desembocaron en aquel épico octubre a través de un campesino que ha de emigrar, para encontrar trabajo, a una San Petersburgo fabril en abierta lucha de clases. El chico pobre e ingenuo, proveniente del campo, ejerce de delator de los comunistas organizadores de una huelga, y denigrado por las mujeres del bloque de viviendas, avergonzado por su traición, recobrará su dignidad enfrentándose a guantazos al burgués propietario de la factoría, otra de las hienas que se agolpa en el parque de la carroña accionarial que impulsa al alza el negocio de la muerte. La guerra llama a colmar las catacumbas de la patria de sangre proletaria entre desfiles militares y vítores entusiastas, y a sus trincheras nuestro joven campesino es obligado a acudir para presenciar los cruentos sacrificios humanos que demanda la madre Rusia, el padrecito zar y el capital. Y de los límites del sufrimiento, de la solidaridad de los desheredados, de la insubordinación de los condenados, de la audacia de los valientes, surgirá la fuerza revolucionaria que abrirá un presente de gloria y un futuro de esperanza a los habitantes de la ciudad rebautizada como Petrogrado.
¡Honor al proletariado de Petrogrado!

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