La ciudad es un inmenso campo de batalla en el que hay que armarse. La aventura de la socialización te descubre el gran intercambio de humillaciones que estructuran las relaciones humanas. Todos conspiramos contra los demás para acceder a posiciones privilegiadas, aquellas que nos alejan del monótono trabajo fabril, de la estúpida labor de la oficina, de la incómoda rutina burocrática funcionarial. Todos los talentos se enfrentan en una lucha absurda por optar a puestos inaccesibles. La gente está enfangada en un enfrentamiento fraticida por acceder cómodamente al mercado laboral. La perspectiva de la revolución resulta ingénua, una estupidez para espíritus débiles soñadores. El "Hecho, es simple" nos demuestra el carisma del ingenioso que sabe destacar por encima de la mediocridad reinante. En una vida social convertida en una lucha recíproca generalizada, hay individuos con la fueza necearia para salir victoriosos.
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