miércoles, 22 de marzo de 2023

Anari, "Demoliciones controladas" [2023]


Ha llovido mucho desde aquella hipnótica "Denbora", la primera canción que escuché de Anari, allá por el año 2000, en el "Independentzia 10 Urtez" de Esan Ozenki Records. Ya son muchos años escuchándola. Casi toda la vida. Desde el "Habiak", sin olvidar su disco homónimo, que lo adquirí presuroso tras quedar prendado de su tensa melancolía, hasta "Epilogo bat", el último largo que ha publicado. Habitualmente se me hace complejo explicar qué tipo de placer me atraviesa al conectar con una magia lírica similar, expresar, extensivamente, qué clase de consuelo recibo cuando acompaño un parejo viaje interior y me reconozco en algún ensueño íntimo, así que, generalmente, ventilo el asunto de manera pedestre diciendo que encuentro reconfortante enterarme de la existencia planetaria de gente afín: gente capaz de crear con la niebla belleza, con la angustia, alivio, peña capaz de iluminar, aunque sea tenuemente, la oscuridad. Inmensa ha sido la alegría al enterarme de que la insigne allende los siete mares Pepitas de Calabaza ha publicado "Demoliciones controladas", el libro en el que la propia Anari, en tensa labor de demolición y rescate, ha volcado a riguroso castellano sus letras: cerrado Musikazblai, no siempre fue fácil encontrar traducción. Bernardo Atxaga en el prólogo sintetiza con "Aingura hegodunak" la ruta lírica de Anari, un ancla con alas, el título del primer corte del álbum "Zebra", el que más vueltas ha dado en mis equipos reproductores. Todavía es mi favorito, todavía somos "Náufragos".

"Nuestros abrazos, nidos de angustia,
no protegen, ni aman;
solo ahogan.

Somos náufragos porque somos agua,
en la charca de la rutina
-sentir dolor no te da la razón-.
Nos salvamos
ahogando a quienes tenemos al lado."

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