jueves, 16 de junio de 2022

La última gran ola.

Una modesta aspiración de opositor advenedizo: permanecer en ese limbo entre precariedad y condición funcionarial que ofrece la contratación temporal en la administración. Una situación que periódicamente intentan superar mis eventuales y más veteranas compañeras, que aspiran a culminar una tortuosa carrera en la administración pública accediendo a la minoritaria y privilegiada categoría funcionarial tras una larga sucesión de 'contratos laborales' o 'interinos', concatenados con la manifiesta angustia, a menudo contagiosa, de una incierta próxima contratación. ¿Cuántos candidatos han surfeado la última gran ola de oferta de empleo público? Una salida laboral estable, segura, 'que te soluciona la vida', con un salario aceptable abonado con regular puntualidad, amparada en el recurso ideológico, de boato deslucido, de los méritos, la oposición, el esfuerzo. Quién no deseará alcanzar la plaza oficial de ajado burócrata menor: un puesto fijo en alguna de esas inevitables ventanillas de edificio institucional, donde aquel, ya parte del equipo fijo, con mayor control sobre su puesto, quizá voluntarioso y diligente, probablemente desmotivado, extraordinariamente paciente, puede que abúlico si no rencoroso, realiza gestiones y trámites arcanos cuyo sentido no siempre logra (hacer) entender.

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