sábado, 22 de agosto de 2020

Francisco Rojas de Zorrilla, "Donde hay agravios no hay celos" [1636]

Una divertida obra de Rojas Zorrilla, datada en 1636. Un clásico olvidado, al decir de los entendidos. Y una comedia pundonorosa, ustedes saben qué significa eso: la fama pende su opresión por la escena, y los personajes, engalanados con un exacerbado sentido de la honra, se verán abocados a contradicciones insalvables y ridículas; el honesto caballero tendrá que mentir para proteger el honor de una dama, y esta mentira creará un equívoco que obligará a nuevas mentiras y argucias indecorosas. Un sistema de rígidas normas sociales, la sobrevaloración de la apariencias; una concatenación de situaciones absurdas y grotescas, que augura un divertido espectáculo.


"SANCHO
Después de Dios, bodegón.
Luego dirán que es deshonra
comerlo allí con sabor,
¡Bendito seáis vos, Señor,
que no me habéis dado honra!
En ser hombre desigual
por más me vengo a tener,
porque yo más quiero ser
pícaro que cardenal.
Esto elijo por más bueno
que ser señor y aun reinar,
que allá suele en el manjar
disimularse el veneno.
Pues ser pícaro dispongo,
que, como Lope advirtió,
a ningún hombre se vio
darle veneno en mondongo.
Yo me entro a ser más profundo
y yo me entro a discurrir,
porque esto me ha de pudrir:
¡que se use honra en este mundo!"

(Francisco Rojas de Zorrilla, "Donde hay agravios no hay celos", 1635-1636.)

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