jueves, 4 de marzo de 2021

Michel de Montaigne, "Ensayos" [1580]

Montaigne, que había leído unas cuantas crónicas de viajes y conquistas y que había conversado con viajeros, marineros, mercaderes e incluso, según menciona, con indígenas brasileños, de la entonces conocida como Francia Antártica, llevados a Rouen durante el reinado de Carlos IX, sitúa en un nuevo plano, en sus célebres ensayos "De los caníbales" y "De los carruajes", la defensa de los salvajes del Nuevo Mundo: compara la inocencia del estado de naturaleza de los bárbaros indígenas con la engañosa civilización europea, para que mejor quede realzada su hipocresía, que señala la barbarie ajena ocultando la propia bajo pretexto de piedad y religión. Una vuelta de tuerca del exitoso en Europa mito del buen salvaje.

"Esas naciones me parecen, pues, solamente bárbaras, en el sentido de que en ellas ha dominado escasamente la huella del espíritu humano, y porque permanecen todavía en los confines de su ingenuidad primitiva. Las leyes naturales dirigen su existencia muy poco bastardeadas por las nuestras, de tal suerte que, a veces, lamento que no hayan tenido noticia de tales pueblos, los hombres que hubieran podido juzgarlos mejor que nosotros. Siento que Licurgo y Platón no los hayan conocido, pues se me figura que lo que por experiencia vemos en esas naciones sobrepasa no sólo las pinturas con que la poesía ha embellecido la edad de oro de la humanidad, sino que todas las invenciones que los hombres pudieran imaginar para alcanzar una vida dichosa, juntas con las condiciones mismas de la filosofía, no han logrado representarse una ingenuidad tan pura y sencilla, comparable a la que vemos en esos países, ni han podido creer tampoco que una sociedad pudiera sostenerse con artificio tan escaso y, como si dijéramos, sin soldura humana. Es un pueblo, diría yo a Platón, en el cual no existe ninguna especie de tráfico, ningún conocimiento de las letras, ningún conocimiento de la ciencia de los números, ningún nombre de magistrado ni de otra suerte, que se aplique a ninguna superioridad política; tampoco hay ricos, ni pobres, ni contratos, ni sucesiones, ni particiones, ni más profesiones que las ociosas, ni más relaciones de parentesco que las comunes; las gentes van desnudas, no tienen agricultura ni metales, no beben vino ni cultivan los cereales. Las palabras mismas que significan la mentira, la traición, el disimulo, la avaricia, la envidia, la detractación, el perdón, les son desconocidas. ¡Cuán distante hallaría Platón la república que imaginé de la perfección de estos pueblos! [Viri a diis recentes.]

Hos natura modos primum dedit"

(Michel de Montaigne, "De los caníbales", libro primero de los "Ensayos", 1580.)

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