domingo, 2 de enero de 2022

Joshua Oppenheimer, "La mirada del silencio" [2014]


Fue al final de la estación seca indonesa de 1965 que algunos oficiales del Ejército de Tierra impulsaron el Movimiento 30 de Septiembre con la pretensión de proteger al presidente Sukarno, abortando anticipadamente un presunto golpe de Estado contrarrevolucionario planificado por el Consejo de Generales: arrestaron a seis de los oficiales de mayor rango de las Fuerzas Armadas y, por motivos que todavía permanecen poco claros, fueron prematuramente ejecutados. El 1 de octubre, tras doce horas de confusión en Yakarta, el general Suharto se hizo con el mando del Ejército indoneso y con el control directo del país.
Fue el punto de partida del despliegue del proyecto de aniquilación del PKI, el Partido Comunista Indonesio. Los militares divulgaron que el PKI era el cerebro de un golpe de Estado comunista fallido que diseñó el asesinato de los generales mediante un ritual depravado y demoníaco: integrantes del Gerwani, el Movimiento de las Mujeres asociado al PKI, bailarían desnudas mientras torturaban a los oficiales cortándoles los genitales y sacándoles los ojos antes de preoceder a su definitiva ejecución.
El relato de un complot comunista diabólico para mutilar el país purgando, en mitad de la noche, a buenos militares temerosos de Dios, pasó a ser, durante la dictadura de Suharto, una suerte de religión nacional: el ataque nocturno por sorpresa en la tranquilidad del hogar, la tortura lenta con armas blancas, el asalto literal de los órganos reproductivos por parte de mujeres comunistas demoníacas y de sexualidad depravada. Una oración de Estado que amparó el exterminio político masivo.

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