jueves, 1 de diciembre de 2022

Pilar Iparragirre, "Félix Likiniano, milicano de la utopía" [1994]

Al enterarme de la muerte de Pilar Iparragirre, he recordado la biografía que escribió sobre Félix Likiniano, célebre héroe del anarcosindicalismo vasco conocido también por diseñar el anagrama del brazo armado del mal, titulada "Miliciano de la utopía". Una narración de su gesta vital, fue hombre de acción para quien lo imposible deviene posible por la práctica solidaria, acompañada de pinceladas reveladoras escritas por quienes se toparon con él en vida. Aunque a Likiniano no le gustaban nada las entrevistas, 'de responder alguna, sería como morir en vida, ya que uno tendría que pasar el resto de su existencia manteniendo los asertos que aparecieran allí', al final de la biografía aparecen varios retazos de una conversación con un tipo llamado Aitor Nalda, que habitualmente me han venido, en los que desarrolla coloquialmente asuntos varios: las dificultosas vicisitudes de la relación entre un padre y su hijo, cómo limar la distancia entre aquel que tiene un conocimiento mayor y aquel que lo tiene menor para posibilitar un diálogo fructífero, la grandeza de la curiosidad, la maravilla de algo tan tristemente denostado como la ingenuidad o la esencia de la mentalidad burguesa. Cosas como la que sigue,

"...Las hostias se tienen que recibir. Llegará un momento en que el bagaje de experiencia que tendrás, lo que es fundamental en la vida, será ya suficiente para que avances, sin estancarte.... Espero que no te estanques, no te fosilices o cristalices totalmente, de modo que ya no haya nada nuevo a realizar en ti; porque lo ideal es que haya una inquietud constante a lo largo de toda la existencia, haya una búsqueda imparable, que se tenga la capacidad de admiración, pues eso, quedar sorprendido por cincuenta mil cosas; mientras el hombre tenga esa facultad, se está renovando constantemente..."

("Félix Likiniano, milicano de la utopía", Pilar Iparragirre, 1993.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario