lunes, 29 de mayo de 2023

resaca electoral

Nunca he participado en la izquierda institucional, pero desde la toma de las plazas de aquel lejano 15M, sintiéndome expectante de las derivas institucionales y de sus más o menos rimbombantes objetivos, y con mis devaneos y fugas, he ido a votar elección tras elección con la progresiva mengua del horizonte de expectativas, lamentando sí aquel prematuro abandono masivo de la calle, que todavía es el ámbito de sucesos preferente. Intento mantener, que lo consiga satisfactoriamente es otro asunto, una combinación resuelta entre libros y calle; todavía me resultan más sustanciosas las ocasionales conversaciones cara a cara en algún rincón de la ciudad con algún esporádico contertulio que la mayoría de los análisis periódicos de los politólogos virtuales. Aunque, y esto es lo que venía a decir, no tendría que irme a la lucha partidista por cargos y sillones para elaborar un itinerario sobre cómo se ha ido cimentando el cierre general de expectativas amplias por la izquierda: solo tendría que pensar en cómo, acusación tras acusación y desprecio tras desprecio, construimos en nuestro entorno inmediato nuestro particular Castillo del Vampiro.

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