domingo, 20 de septiembre de 2020

Alyx Ayn Arumpac, "Aswang" [2019]


Los aswang, un monstruo multiforme del folclore filipino que en el último lustro ha adoptado el uniforme de policía, patrullan impunes la noche de las calles de Manila a la caza de sus próximas víctimas: consumidores de metanfetamina de los barrios pobres de la ciudad. Cuando en mayo de 2016 el infame Rodrigo Duterte, 'el castigador', alcanzó la presidencia de Filipinas, declaró una cruenta 'guerra contra las drogas' que hasta la fecha ha segado la vida de 31.000 filipinos, según la ONU y las ONGs que operan en el país, ejecutados extrajudicialmente en redadas antidroga bajo la acusación de ser distribuidores de 'shabu'. La impunidad con la que actúa la policía funciona como acicate de la corrupción: ejecuciones arbitrarias, extorsión, falsificación de pruebas. Sirva un ejemplo conciudadano. En enero de este año 2020, Diego Bello Lafuente, un hostelero coruñés de 32 años, fue asesinado por la policía filipina en una 'operación exitosa en la lucha contra las drogas', acusado de ser 'un traficante de drogas de alto valor'; sus amigos y conocidos mantienen su completa desvinculación con el narcotráfico.

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