"Tú me engendraste, mortal,
y hasta me diste un nombre,pusiste en mí tus tormentos,
en mi alma tus rencores,
en mi mente tu ansiedad,
en mi pecho tus furores,
en mi labio tus blasfemias
e impotentes maldiciones;
me erigiste en tu verdugo,
me tributaste temores,
y entre Dios y yo partiste
el imperio de los orbes.
Y yo soy parte de ti,
soy ese espíritu insomne
que te excita y se levanta
de tu nada a otras regiones,
con pensamientos de ángel,
con mezquindades de hombre."
(José de Espronceda, "El Diablo Mundo", 1840-1841.)
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