sábado, 20 de agosto de 2022

ejemplares de fauna barrial

El Búlgaro

'todos los sindicalistas son comunistas o gitanos', el espontáneo entra con esplendor a la conversación; 'las cien familias que manejan el mundo son judías', la cosa se torna decididamente preocupante; '¿de qué país vienes?', 'Bulgaria', un algún país de más allá del telón de acero tenía que ser: 'en aquel entonces vivías amordazado, pero no se vivía mal, el gobierno suministraba educación, superior también, y sanidad gratuita', '¿en dónde trabajabas por aquel entonces?', 'en una fábrica de armas', 'maldición', ¿cómo torna un tipo tan rápido de furibundo filonazi a moderado crítico con el régimen soviético búlgaro?

El Hooligan

una mixtura de gerontocracia y de potestad que uno mismo se otorga para considerarse examinador, unos cuantos textos mal digeridos, otros tantos panfletos soporíferos, un triste olvido de lo que se hace experiencialmente en la vida cotidiana, la disociación entre teoría y práctica, una sobreidentificación con una serie de símbolos que ejercen como único sustento colectivo, la falta de preparación, la ausencia de comunicación directa, las ambiciones desmedidas mal disimuladas, y la incapacidad para resolver el diálogo de calle con quien no se ha empapado de los referentes confortables que otorgan autoridad: diría que por ahí vamos,

El de Mondragón

después de meses sin usar mis rudimentarios conocimientos euskérikos, los he empleado tímidamente en el bar de debajo de casa con un tipo de Mondragón, asunto que me ha alegrado: habré de reconocer que yo lo que quería era cantarle alguna estrofa de 'Aizkorak Zorroztu' de Fermín Muguruza eta Dut y que no ha querido extenderse demasiado en su conocimiento de la antigua lengua ibérica; por razones más o menos bobas de barra de bar, ha preferido contarme, con gracia elegante, un tipo interesante, la anécdota que le situó como objeto de deseo de uno de los integrantes de Locomía, no era cualquiera su pretendiente, quien con manifiesta lascivia le preguntó, '¿todo lo tienes tan grande como eres?'

El que me hablaba de Manuel Larramendi

a veces tengo conversaciones tan sorprendentes, como aquella de esa tarde, en la que el esporádico contertulio, destilando un acusado desdén por el euskera, cargaba contra la reactiva, o acomplejada, reivindicación de la lengua vasca esgrimida por el jesuita Manuel Larramendi en el siglo XVII, que el sacerdote andoaindarra llegó a confeccionar de su propia mano una falsa traducción de una placa de pretendido antiquísimo alfabeto, de los tiempos de la conquista romana peninsular, perseverar en el error es diabólico, en la que venía falsamente inscrito la consideración del euskera como idioma de la pura cristiandad, a diferencia de aquella lengua foránea, erderaz, con la que los extranjeros adoraban ridículos dioses, ¿recelan de que fuera la misma lengua usada por Túbal, hijo de Jafet, nieto de Noé, padre de Aitor?; pero olvidaba que, compañero en el oficio de gramático, un siglo antes, Bartolomé Jiménez Patón, escribía imperial que la lengua española era una de las setenta y dos lenguas que nacieron tras el hundimiento de la Torre de Babel, ¿podría acordarse la descendencia divina de ambos sistemas?, cuando la humanidad fue castigada por Dios, quedando expuesta a la confusión de las lenguas, dejándonos desnudos del habla del Edén,

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