miércoles, 15 de marzo de 2023

Enzo Traverso, "Revolución. Una historia intelectual" II [2021]

terrorismo y comunismo

"Desde el tren blindado que había transformado en el Estado Mayor de la Revolución Rusa, Trotski escribió "Terrorismo y comunismo" (1920), un ensayo incendiario en el que afirmaba y teorizaba la dictadura del partido bolchevique:
'Nos han acusado más de una vez de haber sustituido la dictadura de los sóviets por la de nuestro partido. Sin embargo, puede decirse con toda justicia que la dictadura de los sóviets sólo resultó posible por medio de la dictadura del partido. Gracias a la claridad de su visión teórica y su fuerte organización revolucionaria, el partido brindó a los sóviets la posibilidad de transformarse de parlamentos informes del movimiento obrero en el aparato de la supremacía de este último. En esas 'sustitución' del poder de la clase obrera por el poder del partido no hay nada casual y, en realidad, no hay sustitución alguna. Los comunistas expresan los intereses fundamentales de la clase obrera. Es muy natural que, en el periodo en que la historia pone esos intereses, en toda su magnitud, en la orden del día, los comunistas se hayan convertido en los representantes reconocidos del conjunto de la clase obrera.'
En las páginas siguientes, el jefe del Ejército Rojo hace hicapié en la aparición del Terror revolucionario como una suerte de 'ley histórica'. Orgulloso de las virtudes de la dictadura del partido bolchevique, jusftifica la eliminación del pluralismo político (todos los partidos antibolcheviques están proscritos), la censura, la creación de la Cheka (el órgano de represión extralegal), la militarización del trabajo y los sindicatos e incluso la implementación del trabajo forzado: 'la obligación y por consiguiente la coerción son condiciones esenciales para refrenar la anarquía burguesa [y] garantizar la socialización de los medios de producción y trabajo'. Con argumentos similares, un año después defendería la sovietización forzada de Georgia -el sacrificio de la autodeterminación nacional en defensa del régimen soviético- y la represión de la rebelión de Kronstadt. A sus ojos, el Terror revolucionario estaba teleológicamente inscripto en la historia. Era el terror de una clase en ascenso, que encarnaba el progreso y el futuro, contra una clase declinante que representaba el pasado y no quería renunciar a su poder. Los bolcheviques no hacían otra cosa que acelerar la 'marcha de la historia'. Cuando el dirigente menchevique Raphael Abramovitch preguntó cuál era la diferencia entre ese tipo de socialismo y la esclavitud egipcia, Trotski le respondió con desprecio. Abramovitch había olvidado que 'en Egipto había faraones y había propietarios de esclavos y esclavos. No fueron los campesinos egipcios quienes decidieron, a través de sus sóviets, la construcción de las pirámides'. La coerción soviética, al contrario, la 'aplicaba un gobierno de obreros y campesinos en nombre de los intereses de las masas trabajadoras'. En lo que era una marcha atrás respecto de la crítica que veinte años antes, en el segundo congreso de la socialdemocracia rusa, había hecho al 'sustitucionismo' de Lenin, Trotski describía la dictadura soviética como una especie de absolutismo hobbesiano en el cual el pueblo aceptaba el sometimiento total al soberano en nombre de una 'ley de la naturaleza' superior, una 'lex naturalis' que reemplazaba la libertad por la restricción o, según los términos utilizados por el filósofo inglés, por la 'obligación'. Traducida a la doctrina teológico-política de los dos cuerpos del rey, esta perspectiva coincidía con el lema medieval 'rex vicarius Dei': Dios (el pueblo) estaba completamente subsumido en el rey (el partido)."

("Revolución. Una historia intelectual", Enzo Traverso, 2021.)

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