jueves, 4 de julio de 2019

Ramón J. Sénder, "Réquiem por un campesino español" [1953]

En alguna comida familiar en el pueblo lo decía, hace años, con igual ligereza que admiración, algún comensal invitado a nuestra mesa: "Réquiem por un campesino español" de Ramón J. Sénder es la mejor obra que se ha escrito sobre la Guerra Civil Española. Un réquiem a Paco el del Molino, traicionado por el medroso cura aragonés Mosén Millán, bosquejo de los entusiasmos de los pobres asociados a la llegada de la II República y de las consecuencias sangrientas ligadas a la sublevación de los generales fascistas.


"Desde la sacristía, Mosén Millán recordaba la horrible confusión de aquellos días, y se sentía atribulado y confuso. Disparos por la noche, sangre, malas pasiones, habladurías, procacidades de aquella gente forastera, que, sin embargo, parecía educada. Y don Valeriano se lamentaba de lo que sucedía y al mismo tiempo empujaba a los señoritos de la ciudad a matar más gente. Pensaba el cura en Paco. Su padre estaba en aquellos días en casa. Cástulo Pérez lo había garantizado diciendo que era trigo limpio. Los otros ricos no se atrevían a hacer nada contra él esperando echarle mano al hijo. Nadie más que el padre de Paco sabía dónde su hijo estaba. Mosén Millán fue a su casa. ─ Lo que está sucediendo en el pueblo ─ dijo─ es horrible y no tiene nombre. El padre de Paco lo escuchaba sin responder, un poco pálido. El cura siguió hablando. Vio ir y venir a la joven esposa como una sombra, sin reír ni llorar. Nadie lloraba y nadie reía en el pueblo. Mosén Millán pensaba que sin risa y sin llanto la vida podía ser horrible como una pesadilla. Por uno de esos movimientos en los que la amistad tiene a veces necesidad de mostrarse meritoria, Mosén Millán dio la impresión de que sabía dónde estaba escondido Paco. Dando a entender que lo sabía, el padre y la esposa tenían que agradecerle su silencio. No dijo el cura concretamente que lo supiera, pero lo dejó entender. La ironía de la vida quiso que el padre de Paco cayera en aquella trampa. Miró al cura pensando precisamente lo que Mosén Millán quería que pensara: 'Si lo sabe, y no ha ido con el soplo, es un hombre honrado y enterizo'. Esta reflexión le hizo sentirse mejor."

(Ramón J. Sénder, "Réquiem por un campesino español", 1953.)

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