miércoles, 18 de septiembre de 2019

Matthew Warchus, "Pride" [2014]


¿Recuerdan la huelga de los mineros británicos de aquel 1984, ese pulso victorioso de Margaret Thatcher que doblegó a la poderosa National Union of Mineworkers? Sitúense en aquellos decisivos meses. Un grupo de gays y lesbianas londinenses acuerdan apoyar a los mineros huelguistas, crean una asociación, 'Lesbians and Gays Support the Miners', “no puedes ser gay y pensar sólo en lo que les ocurre a los gays”, y establecen contacto con una población minera de la aguerrida sur de Gales. La oposición es ineludible, el choque inevitable, el encuentro es conflicto, ¿una cuadrilla de pervertidos apoyando la huelga de los honorables hombres del carbón?, 'Los pervertidos apoyan a los mineros', señalaba insidiosa una portada del The Sun, ¿cómo desbancar los estereotipos, disolver la homofobia, establecer un contacto desde la diferencia, de igual a igual?, ¿cómo mantenerse digno, erigir relaciones fortificantes, armar el orgullo que alimente los lazos de la solidaridad? Si los mineros eran terroristas y mafiosos, los gays eran desechos humanos, que, castigo divino por su desviación, expandían con su irresponsable promiscuidad el virus del SIDA. 1985, Día del Orgullo en Londres, ¿qué grupo social encabeza la comitiva?: los mineros, erguidos con sus estandartes. La Gran Huelga se había saldado con la derrota proletaria, pero en el amargor del fracaso, entre la cosecha de sus ponzoñosos frutos, una curiosa alianza mostraba unas hermosas rosas rojas...

"...yes, it is bread we fight for
but we fight for roses too..."

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