lunes, 9 de diciembre de 2019

Tucídides, "Historia de la Guerra del Peloponeso" III [431-411 antes de Cristo]

La mortífera peste de Atenas, enigmática aliada de los guerreros espartanos, durante el segundo año de la Guerra del Peloponeso, que acabó con un tercio de la población ática: mermó la infantería hoplita, se deshizo de centenares de jinetes, se llevó al mismísimo Pericles. Ante el panorama de muerte y desolación que acarreó, la población ateniense abjuró de sus creencias, se abandonó al frenesí en el disfrute de los efímeros goces de la vida. En otro de los pasajes célebres de su "Historia", Tucídides acomete un magnífico análisis del estado de ánimo colectivo provocado por la epidemia,


"También en otros aspectos la epidemia acarreó a la ciudad una mayor inmoralidad. La gente se atrevía más fácilmente a acciones con las que antes se complacía ocultamente, puesto que veían el rápido giro de los cambios de fortuna de quienes eran ricos y morían súbitamente, y de quienes antes no poseían nada y de repente se hacían con los bienes de aquellos. Así aspiraban al provecho pronto y placentero, pensando que sus vidas y sus riquezas eran igualmente efímeras. Y nadie estaba dispuesto a sufrir penalidades por un fin considerado noble, puesto que no tenía la seguridad de no perecer antes de alcanzarlo. Lo que resultaba agradable de inmediato y lo que de cualquier modo contribuía a ello, esto fue lo que pasó a ser noble y útil. Ningún temor de los dioses ni la ley humana los detenía; de una parte juzgaban que daba lo mismo honrar no honrar a los dioses, dado que veían que todo el mundo moría igualmente, y, en cuanto a sus culpas, nadie esperaba vivir hasta el momento de celebrarse el juicio y recibir su merecido; pendía sobre sus cabezas una condena mucho más grave que ya había sido pronunciada y antes de que les cayera encima era natural que disfrutaran un poco de la vida."

(Tucídides, "Historia de la Guerra del Peloponeso", 431-411 a.C.)

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