martes, 8 de diciembre de 2020

Eugene Jarecki, "The house I live in" [2012]


Un análisis del desorbitado coste de la “Guerra contra las Drogas" en el interior de EEUU desde que en 1971 Richard Nixon las declarara enemigo público número uno. Miles de millones de dólares destinados a combatir la compraventa de sustancias ilegales, decenas de millones de arrestos. Una ingente proporción de la población carcelaria estadounidense (Estados Unidos es el país con mayor número de presos del mundo) cumple condena por la aplicación de las draconianas leyes antidroga, un central acicate del complejo industrial-penitenciario norteamericano cimentado en la devastación de las comunidades pobres. Y esto, no se olvide, mientras su disponibilidad y consumo se extendían profusamente.

"Por tanto, en relación con el proyecto de oposición al papel que juega la llamada guerra contra las drogas en la introducción de un gran número de personas de color en el sistema carcelario, las propuestas para despenalizar el consumo de drogas deberían vincularse al desarrollo de programas comunitarios independientes y accesibles a todos aquellos que quieran afrontar sus problemas con las mismas. Con esto no insinúo que todos aquellos que consumen drogas -o que solo la gente que consume drogas ilegales- necesiten dicha ayuda. Sin embargo, cualquiera, sin importar su estatus económico, que quiera vencer su adicción a las drogas debería poder encontrar programas de tratamiento."

(Angela Davis, "¿Están las prisiones obsoletas?", 2003.)

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