viernes, 4 de diciembre de 2020

José de Espronceda, "Igualdad, Libertad, Fraternidad" [1836]

Es un poeta fascinante. Para algunos segundo don Juan Tenorio, para otros un petimetre hipócrita de vicio e impiedad. La leyenda roja le acusa de crápula partidario del trueno, la leyenda blanca pretende suprimir su actividad pública para domesticarlo como poeta, 'siendo un gomoso inofensivo representaba a las mil maravillas el papel de revolucionario y bohemio'. Aunque se me atraganta alguna de sus composiciones célebres, le echo la culpa a Tierra Santa, su precoz y ruidosa actuación política, sus frecuentes arrestos o su atormentada pasión amorosa, le encumbran en la borrasca de la patria poesía. Y a lo que iba, toparse con sus escritos políticos sedimenta la contundencia de su breve y azarosa vida. Las acusaciones atinadas al turbio Mendizábal en el folleto "El Ministerio Mendizábal", el ataque violento a las especulaciones bursátiles en "El Gobierno y la bolsa", o la exposición programática de demócrata liberal en "Libertad, Igualdad, Fraternidad", en que con marcada tendencia obrerista, llama a izar la bandera internacional de la perenne divisa republicana,

"La igualdad significa que cada hombre tiene una misión que llenar según su organización intelectual y moral, y que no debe encontrar trabas que le detengan en su marcha, ni privilegio que delante de él pongan hombres que nada valieran sin ellos; significa, en fin, que todo sea igual para todos y que la facilidad o dificultad de su merecer esté en razón de la igualdad o desigualdad de las capacidades y no de los obstáculos, que antiguos abusos o errores perjudiciales establecieron.
En la igualdad consiste por último la emancipación de las clases productoras, hasta ahora miserables siervos de una aristocracia tan inútil como ilegítima. Ella es sola la fianza de la Libertad, así como la fraternidad es el símbolo de su fuerza. Formen una santa alianza entre los pueblos cultos, a la manera que sus enemigos, comprendiendo mejor sus intereses, se aprietan mutuamente las manos para ayudarse a oprimirlos. Sea su primer grito el de fraternidad para que el triunfo de la Libertad sea cierto. Sea la 'igualdad' el pensamiento fuerte que impela en su marcha a la humanidad. ¡Pueblos! todos sois hermanos; sólo los opresores son extranjeros."

(José de Espronceda, "Igualdad, Libertad, Fraternidad", periódico "El Español", 15 de enero de 1836.)

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