domingo, 28 de febrero de 2021

Bartolomé de las Casas, "Historia de las Indias" [1527-1559]

En "Historia de las Indias", el relato en tres libros de los acontecimientos ocurridos en el nuevo continente desde la llegada de Colón hasta el año 1520, Bartolomé de las Casas, el fraile protector de los indios, relata la historia de Enriquillo, el primer cacique taíno amotinado en La Española en respuesta al trato vejatorio de los colonos encomenderos hacia los indios. La resistencia de la mermada población indígena se iba fraguando entre la huida a los montes o la destrucción de los conucos, y en un lance fortuito con su encomendador, Enriquillo, en 1519, hizo escalar la ofensiva empuñando las propias armas españolas contra los españoles: la formación mestiza les había permitido aprender sus técnicas de combate y el manejo de su armamento. Varios cientos de aguerridos indios cimarrones establecieron su cuartel general en el corazón de la sierra de Bahoruco y resguardados por un cuidado diseño defensivo rechazaron las sucesivas expediciones de los colonizadores, alargando la llama de la revuelta hasta 1534. El dominico Bartolomé, que defendía la rebelión de Enriquillo apelando a las Sagradas Escrituras y a la historia ibérica, escribía,

"Cuán justa guerra contra los españoles él y y ellos tuviesen y se le sometiesen y lo eligiesen por señor y rey los indios que a él venían y los demás de toda la isla lo pudieran justamente hacer, claro lo muestra la historia de los Macabeos en la Escritura divina y las de España que narran los hechos del infante D. Pelayo, que no sólo tuvieron justa guerra de natural defensión, pero pudieron proceder a hacer venganza y castigo de las injurias y daños y muertes y disminución de sus gentes y usurpación de sus tierras recibidas, de la misma manera y con el mismo derecho; cuanto a lo que toca al derecho natural y de las gentes (dejado aparte lo que concierne a nuestra sancta fe, que es otro título añadido a la defensión natural en los cristianos) tuvieron justo y justísimo título Enrique y los indios pocos que en esta isla habían quedado de las crueles manos y horribles tiranías de los españoles, para los perseguir, destruir e punir e asolar como a capitales hostes y enemigos, destruidores de todas sus tan grandes repúblicas, como en esta isla había, lo cual hacían y podían hacer con autoridad del derecho natural y de las gentes, y de la guerra propiamente se suele decir no guerra, sino defensión natural."

(Bartolomé de las Casas, "Historia de las Indias", tomo III, 1527-1559.)

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