miércoles, 24 de febrero de 2021

Juan Goytisolo, "De vuelta a Mérimée" [1981]

Juan Goytisolo especulaba taimado en un artículo de El País de marzo de 1981 titulado "De vuelta a Mérimée", con la hipótesis de que el 23F fue 'una conjuración minuciosamente tramada por los servicios de nuestra Dirección Nacional de Turismo'. Como España estaba perdiendo la intensidad de su color local, como veía deteriorarse el cebo con el que pescaba las legiones de potenciales turistas, compuesto por lo pintoresco de sus tricornios, lo grotesco de sus cencerradas, lo singular de sus instituciones, como España se estaba convirtiendo en un país europeo más, para horror del ramo hotelero y todo el sector servicios, 'con su constitución, elecciones, partidos, sindicatos, destape, cine porno, proyecto de divorcio, circulación sin trabas', los responsables estatales armaron el gran teatro del golpe de Estado para recuperar el cautivador gancho turístico. Ha de admitirse, a décadas vista, la virtuosa habilidad del sector para renovarse.

"Algún catador de españoladas y entremeses musicales del siglo XIX alumbró la idea genial. Repetir con toques esperpénticos el golpe de Pavía, montar un grandioso espectáculo teatral en el edificio del Congreso. Una vez aceptada la propuesta por voto unánime de sus colegas, se procedió a la disposición de la escena conforme a las pautas infalibles de Mérimée. El protagonismo del acto debía recaer en esos guardias civiles popularizados por los romances lorquianos, cuyo uniforme estrafalario tanto fascina a los extranjeros. Se eligió al galán más idóneo para la circunstancia en razón de su bizarría, el brillo de su tricornio, la forma de sus mostachos. La irrupción de los actores en el hemiciclo, pese a algunas voluntarias concesiones al western de Sergio Leone, debía conservar un carácter genuinamente hispano: giros idiomáticos castizos, ademanes chulescos, desplantes taurómacos, empleo generoso de tacos. Los conspiradores se pusieron al día en materia de técnicas escénicas y artificios teatrales: referencias al 'happening', Living Theatre y Stanislavsky filtraban 'sotto voce' de los locales donde se reunían clandestinamente. Se discutía la posibilidad de enaltecer el evento con música de Bizet o un dúo de zarzuela, de agregar al grupo de actores a algún torero nostálgico del franquismo o alguna gitana de derechas. Cuando se llegó a un acuerdo tocante al libreto y coreografía del golpe, el cerebro del compló se aseguró de la presencia en el hemiciclo de los servicios televisivos necesarios para la difusión 'urbi et orbi' del espectáculo. Mientras el teniente coronel Tejero y su elenco resucitaban briosamente la España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, en los despachos de la Dirección Nacional de Turismo se brindaba con champán el éxito rotundo de la operación."

("De vuelta a Mérimée", Juan Goytisolo, 1981.)

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