jueves, 7 de julio de 2022

Cristina Morales, "Lectura fácil" [2018]

Hace unos meses, mi madre, atraída por la portada, pilló de una de mis montañas de libros "Lectura fácil" de Cristina Morales. Nuestra escueta relación literaria, que se remonta a mi adolescencia, se sintetiza en un estribillo de reprobación católica, 'no te llenes tanto de esas cosas', con alguna esporádica o inusual, como la presente, comunión, así que imaginen qué grata sorpresa descubrir este mutuo interés por la novela. Madre, reseñista parca en palabras, contestó cuando le pregunté por su impresión, 'no me ha gustado, es muy corrosiva, en algún momento me ha recordado a ti'. Comprendan que, contrariado, '¿qué tipo de discapacidad intelectual considerará que padezco?', sólo acertara a responder, 'tranqui ma, a diferencia de Nati no sufro la furia del síndrome de las Compuertas, prueba evidente de ello es que desde las Elecciones al Parlamento Vasco de 2012 he acudido a todas las citas electorales a ejercer mi derecho al voto'. Y ahí que nos quedamos ambos tan campantes. Lean "Lectura fácil".

"Los anarquistas han echado a tu ligue para protegerte del deseo sexual, prima. Los anarquistas han echado a tu ligue porque piensan que la iniciativa sexual ha sido enteramente de él. Que tú, por tanto, has sido seducida. Presumen que tú estás en una situación de debilidad ante el macho, que se aprovecha de ti, de que eres nueva, de que eres poco punki, de que no sabes decir que no como sistemáticamente dicen que no las feministas del ateneo. ¿De qué están empapeladas sus fiestas? De carteles que dicen NO ES NO. ¿Qué grafitearon los de Can Vies en la última fiesta que hicieron en la Plaza de Málaga? NO ME MIRES, NO TE ME ACERQUES, NO ME TOQUES. ¡Coño! ¡Y en letras de medio metro cada una? ¡Si por lo menos hubiera un grafiti lo mismo de grande que dijera SÍ ES SÍ!…. Pero ni eso, con lo que un indiscriminado voto de castidad presidía la fiesta entera. Los anarquistas quieren protegerte porque no entienden que tú, mujer, quieras que te miren, que se te acerquen y que te toquen, y que eso te lo pueda hacer un casi completo desconocido. Estos okupas criminalizan la pulsión sexual del mismo modo que el código penal los criminaliza a ellos por vivir sin pagar el alquiler. Criminalizan la pulsión sexual desde el punto y hora en que entienden que cualquiera que te mire, que se acerque o que te toque, quiere abusar de ti. Nos animan a nosotras, mujeres, a emborracharnos y a hacer pogos y a fumar porros y a encapucharnos, como siempre han hecho los varones. Sin embargo, no quieren enseñarnos otra cosa que también han hecho siempre los varones: expresar el deseo sexual y culminarlo. [...] Para estos anarquistas tuyos, la pulsión sexual es peligrosa. Estoy de acuerdo con ellos: follar es peligroso. Follar es un acto de voluntad, un acto político, un lugar de debilidad donde caben desde el ridículo hasta la muerte, pasando por el trance, el éxtasis y la anulación. Pero los anarquistas no quieren asumir ese riesgo. Asumen otros, muchos y variados, pero ese no. ¿Por qué no asumen el riesgo del follar los anarquistas de hoy, a pesar de que sí lo asumieron los anarquistas de hace cien años? Este cambio de mentalidad merece ser estudiado con detenimiento. ¿No consideran los anarquistas de hoy la emancipación del deseo sexual parte de su lucha por la emancipación de todas las opresiones? Parece que no. Esa lucha, ¿les da miedo? Parece que sí. ¿Les da miedo follar? Por ahí van los tiros, por ahí van las pelotas de goma de los antidisturbios sexuales. Han entendido liberación sexual como mera y simple asunción y visibilización de la personalidad no heteronormativa de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. Han acuñado el bello concepto de “disidencia sexual” para referirse a lo más superficial del sexo: a la identidad y a las pintas, a precisamente todo aquello que follando debería disolverse."

("Lectura fácil", Cristina Morales, 2018.)

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