martes, 19 de enero de 2021

Göran Olsson, "Preocupándonos por la violencia" [2014]


Es una mirada fragmentaria, sustentada en material de archivo de la televisión sueca, a algunos momentos de los procesos de descolonización de varias naciones africanas, principalmente las lusófonas, hilada por la vehemente fuerza de los textos de "Los condenados de la tierra" de Frantz Fanon, leídos por Lauryn Hill: un ataque furtivo del Movimiento Popular para la Liberación de Angola en la provincia de Cabinda, la huelga en 1966 de los trabajadores de la corporación minera LAMCO en la ciudad liberiana de Nimba, la entusiasta participación de las mujeres en el Frente de Liberación de Mozambique, las bajas de las tropas portuguesas en una refriega en Guinea-Bissau, un extracto de una audaz entrevista al líder revolucionario burkinés Thomas Sankara o las imágenes del también posteriormente ejecutado líder guineano Amílcar Cabral. El documental funciona como una exégesis visual del libro del escritor martiniqués.

"La zona habitada por los colonizados no es complementaria de la zona habitada por los colonos. Esas dos zonas se oponen, pero no al servicio de una unidad superior. Regidas por una lógica puramente aristotélica, obedecen al principio de exclusión recíproca: no hay conciliación posible, uno de los términos sobra. La ciudad del colono es una ciudad dura, toda de piedra y hierro. Es una ciudad iluminada, asfaltada, donde los cubos de basura están siempre llenos de restos desconocidos, nunca vistos, ni siquiera soñados. Los pies del colono no se ven nunca, salvo quizá en el mar, pero jamás se está muy cerca de ellos. Pies protegidos por zapatos fuertes, mientras las calles de su ciudad son limpias, lisas, sin hoyos, sin piedras. La ciudad del colono es una ciudad harta, perezosa, su vientre está lleno de cosas buenas permanentemente. La ciudad del colono es una ciudad de blancos, de extranjeros. La ciudad del colonizado, o al menos la ciudad indígena, la ciudad negra, la 'medina' o barrio árabe, la reserva es un lugar de mala fama, poblado por hombres de mala fama, allí se nace en cualquier parte, de cualquier manera. Se muere en cualquier parte, de cualquier cosa. Es un mundo sin intervalos, los hombres están unos sobre otros, las casuchas unas sobre otras. La ciudad del colonizado es una ciudad hambrienta, hambrienta de pan, de carne, de zapatos, de carbón, de luz. La ciudad del colonizado es una ciudad agachada, una ciudad de rodillas, una ciudad revolcada en el fango. Es una ciudad de negros, una ciudad de boicots. La mirada que el colonizado lanza sobre la ciudad del colono es una mirada de lujuria, una mirada de deseo. Sueños de posesión. Todos los modos de posesión: sentarse a la mesa del colono, acostarse en la cama del colono, si es posible con su mujer. El colonizado es un envidioso. El colono no lo ignora cuando, sorprendiendo su mirada a la deriva, comprueba amargamente, pero siempre alerta: 'Quieren ocupar nuestro lugar.' Es verdad, no hay un colonizado que no sueñe cuando menos una vez al día en instalarse en el lugar del colono."

(Frantz Fanon, "Los condenados de la tierra", 1961.)

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