jueves, 21 de noviembre de 2019

Esquilo, "La Orestía" [458 antes de Cristo]


"Llevada de su pasión por su amante Egisto, Clitemnestra mata a Agamenón, su marido, al regresar éste de la guerra de Troya; pero Orestes, hijo de ella y de Agamenón, venga al padre quitando la vida a su madre. ello hace que se vea perseguido por las Erinias, seres demoníacos que protegen el derecho materno, según el cual el matridicio es el más grave e imperdonable de los crímenes. Pero Apolo, que por mediación de su oráculo ha incitado a Orestes a matar a su madre, y Atenea, que interviene como juez (ambas divinidades representan aquí el nuevo derecho paterno), defienden a Orestes. Atenea escucha a ambas partes. Todo el litigio está resumido en la discusión que sostienen Orestes y las Erinias. Orestes dice que Clitemnestra ha cometido un crimen doble por haber matado a su marido y padre de su hijo. ¿Por qué las Erinias le persiguen a él, cuando ella es mucho más culpable? La respuesta es sorprendente: 'No estaba unida por los vínculos de la sangre al hombre a quien ha matado'.
El asesinato de una persona con la que no se está ligado por lazos de sangre, incluso si es el marido de la asesina, puede expiarse y no concierne en lo más mínimo a las Erinias. La misión que a ellas corresponde es perseguir el homicidio entre consanguíneos, y el peor de estos crímenes, el único imperdonable, según el derecho materno, es el matricidio. Pero aquí interviene Apolo, el defensor de Orestes. Atenea somete el caso al areópago, el tribunal jurado de Atenas; hay el mismo número de votos en pro de la absolución y en pro de la condena; entonces Atenea, en calidad de presidente del Tribunal, vota en favor de Orestes y lo absuelve. El derecho paterno obtiene la victoria sobre el materno, los 'dioses de la nueva generación', según se expresan las propias Erinias, vencen a éstas, que, al fin y a la postre, se resignan a ocupar un puesto diferente al que han venido ocupando y se ponen al servicio del nuevo orden de cosas."

(Friedrich Engels, prefacio a la cuarta edición de "El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado", 1891.)

Se trata de salvar la ciudad. 'Ni anarquía ni tiranía', el principio rector del Aerópago. ¿Cómo detener la ilimitada cadena de muertes azuzada por la venganza? Un consuetudinario derecho tribal exigía sangre por sangre. Ojo por ojo. La Ley del Talión. Una justicia de cruenta retribución. El juicio a Orestes supone la fundación del gran juzgado de Atenas, instituido por Atenea para dirimir los asuntos de la ciudad de forma recta y proporcionada. Hay que aplacar la ponzoña de las Erinias, integrarlas en el orden democrático-religioso. La visión optimista de Esquilo, sustentada en el aprendizaje legado por la experiencia del dolor, confiaba en haber encontrado una solución institucional equilibrada y justa para dirimir los numerosos litigios que trastornaban la concordia en la ciudad democrática.

"Ni indisciplina excesiva,
pues, ni gobierno despótico,
que tales son los principios
que aconsejo respetar
sin, empero, eliminar
de la ciudad para siempre
todo temor. Pues si nada
se teme, ¿qué hombre va a seguir
el recto camino? Si
sentís justa reverencia
hacia este tribunal,
en él habréis de encontrar
un protector baluarte
de esta tierra, de este estado,
cual no ha conocido nadie
ni en Escitia ni de Pélope
en la tierra. Y será virgen
de corrupción, y severo,
venerable, en vela siempre
por proteger al dormido:
tal es el consejo que
yo instituyo, protección
eterna de esta ciudad."

(Esquilo, "Las Euménides", 458 a.C.)

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