jueves, 14 de noviembre de 2019

Esquilo, "Los persas" [año 472 antes de Cristo]

Salamina. La célebre batalla naval entre la alianza de ciudades griegas capitaneadas por Atenas y el gran ejército persa comandado por Jerjes I. Una angustiosa expectación domina en Susa, capital del imperio asiático. ¿Qué habrá sido de las hordas imperiales que marcharon a la conquista de las tierras helenas? Los malos presagios dominan los sueños de la gran ciudad, son unos presentimientos terribles que el mensajero confirmará: los grandes jefes de Persia han muerto en las aguas de Salamina, el ingente ejército persa ha sido destruido, su enorme potencia militar diezmada. 'Hybris'. La desmesura del gran Jerjes ha provocado una catástrofe, ¿por qué no atendió el comandante persa al designio divino que prohibía la invasión por mar? Los Fieles lamentan el sufrimiento que sucede al desastre, la Sombra de Darío es conjurada por los ancianos que claman su sabio consejo, Jerjes, interrogado por el coro, prorrumpe un arrepentido lamento fúnebre. Hay una grandeza noble en este canto de Esquilo, un drama que glosa la gloria de la victoria militar griega. El héroe trágico es Jerjes, el comandante de las huestes persas, el temible enemigo de Atenas, aquel que pecando de orgullo desmedido, condujo a sus tropas a la perdición. El dolor que se representa es el que claman los vencidos, el llanto que nos conmueve proviene de la grandeza de los abatidos: la nobleza de los derrotados dignifica a los invasores persas. Pocos son los espíritus, bellos, brillantes, excelsos, que han tratado a sus enemigos con tan majestuosa deferencia.


"Las montañas de caídos
-hasta la generación
tercera- han de pregonar
aun sin hablar, a los hombres,
que quien es mortal no debe
ser en exceso orgulloso.
Florece la desmesura,
y da por fruto una espiga
de ceguera, y la cosecha
que produce es lamentable."

(Esquilo, "Los persas", año 472 antes de Cristo.)

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