martes, 28 de enero de 2020

Manuel Sacristán, "Pacifismo, ecologismo y política alternativa" [1987]


Este volumen reúne algunos escritos de Manuel Sacristán realizados entre 1979 y 1985, el año de su muerte. Contempla la temática que más le preocupó en los últimos años de su vida, a saber, los problemas de la crisis de civilización, las amenazas sociales y políticas para la supervivencia de la especie o la crisis del movimiento emancipatorio contemporáneo.
'La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse de milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta. La actitud escatológica se encuentra en todas las corrientes de la izquierda revolucionaria'.
Superar 'la utopía escatológica' conlleva revisar la comprensión del papel de los procesos objetivos de la sociedad en el logro de la utopía revolucionaria: la lucha de clases y la ciencia en cuanto fuerza productiva. La lucha de clases no es un agente infalible del comunismo, una época intensa de luchas sociales puede desembocar en el desastre de todas las clases en lucha. La visión progresista de la ciencia como agente productivo ignora que 'toda fuerza productiva del capitalismo es también una fuerza destructiva'. La especie humana ha desarrollado en su evolución, para bien y para mal, una plasticidad difícilmente agotable, somos, 'biológicamente', la especie de la 'hybris', del pecado original, de la soberbia, la especie exagerada. ¿Podemos seguir considerando que la tarea del agente revolucionario consiste en romper el dique social que impide el 'libre fluir de las fuentes productivas sociales'? ¿Sería posible o deseable que un movimiento comunista apoyara la idea platónica y burocrática de una aristocracia de inquisidores encargados de coartar las fuerzas productivas? El reformismo es una falsa salida a la crisis civilizatoria, no es posible conseguir mediante reformas que se convierta en amigo de la Tierra un sistema cuya dinámica esencial es la depredación creciente e irreversible. La conciencia de clase trabajadora tendrá que desarrollarse en el reconocimiento de su condición de sustentadora de la especie, encaminándose a una feminización del sujeto revolucionario. Necesitaremos inspirarnos en normas de conducta más arcaicas: 'nada en exceso' sentenciaba el oráculo de Delfos. A dos prácticas complementarias apunta la renovación de la conciencia revolucionaria, a intentar vivir una nueva cotidianidad, sin remitir a la Utopía de lo Último, y a no perder la visión realista del problema del poder político-estatal.
'Los nuevos problemas que han dado pie a los movimientos ecologistas imponen a menudo revisiones bastante traumatizadoras de ciertos puntos de vista tradicionales en la izquierda. Por ejemplo, el ideal de simple y universal democratización de los bienes presentes en la vida cotidiana, si se entiende democratización como goce irrestricto. Un caso pertinente es el tradicional disfrute por los aristócratas y los ricos de los mejores parajes de unas costas de país densamente poblado, como las del Mediterráneo español, francés e italiano. Desde el momento en que se ha democratizado el acceso a la Costa Brava catalana, por ejemplo, lo que era un disfrute paradisiaco se ha convertido en la estúpida estancia en un ruidoso paisaje de cemento'.

No hay comentarios:

Publicar un comentario