Una visión militante de la huelga en la fábrica textil Rhodiacéta de Besançon, Francia, en marzo de 1967. Los trabajadores de la factoría no sólo circunscribieron sus reivindicaciones a los asuntos relacionados con la subida salarial y la seguridad laboral, sino que como en un momento de radiante verdad que prefiguró el movimiento de las ocupaciones de Mayo de 1968, cuestionaron el estilo de vida que regía la dominante disciplina fabril.
"En una sociedad industrial que confunde trabajo y productividad, la necesidad de producir siempre ha sido antagonista del deseo de crear. ¿Qué queda de la chispa humana, es decir, de la creatividad posible, en un ser arrancado del sueño a las seis de la mañana, zarandeado en los trenes de cercanías, ensordecido por el estrépito de las máquinas, pulverizado y triturado por los ritmos, los gestos carentes de sentido, el control estadístico, y arrojado hacia el fin de la jornada en las salas de espera de las estaciones, catedrales de partida para el infierno de todos los días y el ínfimo paraíso de los fines de semana, donde la muchedumbre comulga en la fatiga y el embrutecimiento?."
(Raoul Vaneiguem, "Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes genereaciones", 1967.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario