martes, 18 de junio de 2019

Kazuo Hara, "El ejército desnudo del emperador sigue marchando" [1987]


Kenzo Okuzaki era un veterano superviviente nipón de la Campaña de Nueva Guinea, una de las principales operaciones militares de la Guerra del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Literalmente, una carnicería: los pocos supervivientes del ejército japonés llegaron a practicar el canibalismo. A la vuelta de la guerra, derrotado física y moralmente, Okuzaki abandonó la exaltación nacionalista y abrazó un difuso humanismo anarquista que le impulsó, entre otros atentados, a intentar asesinar, mediante el uso de una honda, al Emperador Hirohito, a quien acusaba de crímenes de guerra. El célebre documentalista Kazuo Hara, durante cinco años, sigue la travesía justiciera de Okuzaki Kenzo, que intenta desentrañar un suceso acontecido finalizada la contienda en el Frente de Nueva Guinea: el asesinato de dos soldados rasos por orden del capitán de su regimiento. ¿Un castigo por deserción? ¿Un asesinato caníbal? Kenzo dirige unos incisivos interrogatorios, que llegan al empleo de la violencia física, con la ambición vehemente, contradictoria, de encontrar la verdad de lo sucedido, treinta y ocho años atrás. Es un documental de sencilla apariencia y complejo sustrato, en el que palabras como memoria, verdad, justicia, culpa, castigo, cobran una poderosa dimensión. Una rareza imprescindible, indudablemente precursora de otros prestigiosos documentales posteriores. Diría Kazuo Hara, calibrando las pretensiones realistas del género documental,
'En la ficción hay un guionista que escribe, hay un personaje, y ese personaje es interpretado por un actor. En cambio, en el documental, las personas se interpretan a sí mismas como personajes. Esa es la diferencia entre ambos, pero ficción y documental están íntimamente relacionados.'

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