viernes, 28 de junio de 2019

Nadine y Thierry Ribault, "Los santuarios del abismo. Crónica de la catástrofe de Fukushima" [2012]

"La radiación de la central Fukushima Daiichi se extendía hasta el fondo del océano, impregnaba la tierra y se insinuaba en el cuerpo de animales y hombres. Los muertos que iban apareciendo en la zona evacuada estaban irradiados a tal punto que no podían ser entregados a sus familias, ya que contaminarían a los vivos. Había vuelto el tiempo de los 'santuarios del abismo', por retornar la expresión del poeta Hölderlin, en que nadie velará a los difuntos por miedo a sucumbir a su vez. Ya no hay que temer solo a la muerte, sino a todos y cada uno de los cadáveres que esta haya rozado con su dedo venenoso."


La discusión sobre la tendenciosidad antisoviética de la serie Chernobyl es absurda. La crónica del accidente de Fukushima que nos ocupa, "Los santuarios del abismo", escrita por Nadine y Thierry Ribault, demuestra que los elementos terroríficos a los que se enfrenta la población circundante a una central nuclear reventada son similares, a saber, la radiación invisible, la incertidumbre con respecto a la magnitud del desastre, la imposibilidad de acercarse al núcleo de la explosión, la necesidad de sacrificar vidas, o la inconmensurabilidad de una tragedia que anula todos los modelos previos de horror y piedad con los que realizar una comparación. Wataru Iwata y el grupo 'Proyecto 47', el 'Laboratorio ciudadano para la medición de la radiactividad', demuestran que la batalla por una información veraz es similar durante una catástrofe nuclear ocurrida en la Ucrania soviética o durante una catástrofe nuclear ocurrida en el Japón turbocapitalista.

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