martes, 4 de junio de 2019

Luís Buñuel, "Las Hurdes. Tierra sin pan" [1935]

"Durante la guerra civil, cuando las tropas republicanas, con la ayuda de la columna anarquista de Durruti, entraron en el pueblo de Quinto, mi amigo Mantecón, gobernador de Aragón, encontró una ficha con mi nombre en los archivos de la Guardia Civil. En ella se me describía como un depravado, un morfinómano abyecto y, sobre todo, como autor de Las Hurdes, película abominable, verdadero crimen de lesa patria. Si se me encontraba, debía ser entregado inmediatamente a las autoridades falangistas y mi suerte estaría echada."

(Luís Buñuel, "Mi último suspiro", 1982.)


Al célebre libertario aragonés Ramón Acín le tocó la lotería, y cumplió su promesa: ayudó a Luis Buñuel a financiar su película sobre esa región extremeña conocida como Las Hurdes. El documental comenzó a filmarse en un contexto tenso: en enero de 1933, en Casas Viejas, la proclamación del comunismo libertario impulsado por los braceros acaba en sangrienta represión, y en Alemania, ese mismo enero, un cada vez más agresivo Hitler accede a la cancillería. Meses después, en noviembre, los comicios españoles dan una amplia mayoría a la CEDA encabezada por Gil Robles, y este Segundo Gobierno de la República prohibe la difusión de la película, consideraba que dañaba la imagen de España. Las Hurdes: hambre, fatiga y muerte. Escribía Buñuel que 'una película siempre debe defender y comunicar indirectamente la idea de que vivimos en un mundo brutal, hipócrita e injusto... La película debe producir tal impresión en el espectador que éste, al salir del cine, diga que no vivimos en el mejor de los mundos.'

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