El asesinato de Isaac Rabin fue un momento mediático de impacto durante mi infancia. El otro día vi el docudrama del realizador israelí Amos Gitai "Rabin, el último día", que permite adentrarse, manténgase la suspicacia operativa, en las divisiones de izquierda y de derecha del sionismo. Es agrio. ¿Isaac Rabin un prohombre de paz? Fue otra nefasta adjudicación de un premio Nóbel, una recompensa que para un observador atento no presupone ninguna credibilidad. Que Yigal Amir fuera ferviente seguidor de un movimiento de colonos asociado a la aspiración de construir el Gran Israel, pretensión explícita de la derecha romántica y mesiánica israelí, no enmascara el proyecto sombrío al que, con una postura atenuada pero concordante con los objetivos de dominación militar, se adscribió destacado Isaac Rabin. Y es este predilecto enfermizo juego del Estado de Israel: la búsqueda cósmetica de credibilidad internacional para legitimar, con recursos jurídicos perversos y operaciones propagandísticas de infame impacto político, el proyecto sionista, a saber, la limpieza étnica en Palestina. La única opción digna era, es y será el cuestionamiento de la validez del propio sionismo, que acarrea alinearse con las posturas que buscan el desmantelamiento del Estado de Israel y la creación de un único gobierno secular que posibilite la convivencia de árabes y judíos. La desposesión de los palestinos, la apropiación de la mayoría de la tierra Palestina, fue un acto criminal.
miércoles, 13 de marzo de 2019
Amos Gitai, "Rabin, el último día" [2015]
El asesinato de Isaac Rabin fue un momento mediático de impacto durante mi infancia. El otro día vi el docudrama del realizador israelí Amos Gitai "Rabin, el último día", que permite adentrarse, manténgase la suspicacia operativa, en las divisiones de izquierda y de derecha del sionismo. Es agrio. ¿Isaac Rabin un prohombre de paz? Fue otra nefasta adjudicación de un premio Nóbel, una recompensa que para un observador atento no presupone ninguna credibilidad. Que Yigal Amir fuera ferviente seguidor de un movimiento de colonos asociado a la aspiración de construir el Gran Israel, pretensión explícita de la derecha romántica y mesiánica israelí, no enmascara el proyecto sombrío al que, con una postura atenuada pero concordante con los objetivos de dominación militar, se adscribió destacado Isaac Rabin. Y es este predilecto enfermizo juego del Estado de Israel: la búsqueda cósmetica de credibilidad internacional para legitimar, con recursos jurídicos perversos y operaciones propagandísticas de infame impacto político, el proyecto sionista, a saber, la limpieza étnica en Palestina. La única opción digna era, es y será el cuestionamiento de la validez del propio sionismo, que acarrea alinearse con las posturas que buscan el desmantelamiento del Estado de Israel y la creación de un único gobierno secular que posibilite la convivencia de árabes y judíos. La desposesión de los palestinos, la apropiación de la mayoría de la tierra Palestina, fue un acto criminal.
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