sábado, 9 de marzo de 2019

Unai Aranzadi, "Jambo Amani?" [2013]


Una vez alguien me dijo que si se proyectaran en continuidad las horas filmadas que trataban de representar la Guerra de Secesión norteamericana duraría más la proyección que el conflicto bélico. ¿Y qué pasaría con las filmaciones que pretenden recrear vicisitudes de la Segunda Guerra Mundial? El conflicto más mortífero desde la IIGM acontece en tierras congoleñas, una brutal secuela de aquel genocidio que acompañó nuestra no tan tierna infancia en Ruanda, y se estima que ha provocado la vertiginosa cifra de cinco millones y medio de muertos, con el uso de la violación como sistemática arma de guerra, con el control de la minería como estimulante mortuorio tesoro, a veces al conflicto se le denomina 'las guerras del coltán', y todavía permanece latente, '¿Tenemos paz?'. Hace unos meses Aministía Internacional publicaba un informe llamado "Por esto morimos: violaciones de los derechos humanos en la República Democrática del Congo para alimentar el comercio mundial de cobalto", El Pais se hizo eco del documento, publicó un reportaje titulado "¿Viola tu móvil los derechos humanos?", y otro reportaje gráfico "Cobalto, otro ‘dorado’ que arruina la República Democrática del Congo". El documental sigue la historia de un grupo de combatientes de las Fuerzas Democráticas para la Liberacion de Ruanda, uno de los contingentes armados que opera en la frontera entre Ruanda y la RDC; los soldados se acogen al programa de desmovilización promovido por la ONU, pretenden comenzar una nueva vida en Goma, la capital de Kivú del Norte, encontrándose la rudeza de una cruenta batalla por la supervivencia: no hay sitio para acoger a nadie, no hay comida suficiente, no hay agua saneada, el VIH campa incontrolable parejo al uso de la violación como arma de guerra. Y lo clama Caddy Adzuba, 'nosotras morimos para que ustedes puedan tener sus smartphones'. '¿Tenemos paz?'.

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