viernes, 15 de marzo de 2019

Upton Sinclair, "La jungla" [1905]

Una novela de un realismo descarnado, con una fuerza narrativa inmensa: "La jungla" de Upton Sinclair. Desde los mataderos de Chicago, sigue la sucesión de infortunios de Jurgis, un migrante procedente de Lituania, que en busca del sueño americano padece las nocividades de la consolidación del capitalismo industrial: la explotación laboral, la explotación infantil, la corrupción política, la miseria, la criminalidad, las huelgas y las manifestaciones, las cargas policiales, los disturbios callejeros, los movimientos sindicales, la inmigración, el paro, el vagabundeo, la prostitución, la especulación inmobiliaria, la aniquilación sistemática de animales o la fabricación de basura alimentaria en pésimas condiciones de salubridad. Upton Sinclair, tras pasar varias semanas trabajando en las fábricas del sector cárnico de Chicago, escribió la obra para su publicación por capítulos en el periódico del Socialist Party of Américca, "Apple to Reason", aparecida entre febrero y noviembre de 1905. Una novela cuyo proceso editorial e impacto social, constituyen en sí mismos otra novela.


“Ya había comprendido cómo funcionaban las cosas que le rodeaban: las leyes de la jungla. En realidad, la vida no era sino una lucha de cada uno contra todos, en la que el diablo se lleva a los vencidos. Era una guerra a muerte, librada sin respiro y la única salvación estaba en permanecer muy atento, preparado para pelear o salir huyendo. Era mejor viajar a oscuras, atacar desde la sombras y, si la víctima resultaba muerta, no había que pararse en lamentos: el que cae tampoco pide compasión, se arrastra hacia su agujero para morir allí y punto. En otras palabras, se trata de meter dinero en la cartera. No se debía agasajar a la gente, sino esperar que la gente le agasajara a uno. Hay que andar por el mundo con el alma llena de sospechas y de odios; si alguien le habla a uno de amistad y confianza, ya se sabe lo que realmente quiere. Uno debe estar convencido de que siempre se halla rodeado de poderes hostiles que conspiran continuamente contra nuestro dinero y que se valen de la máscara de las virtudes para ocultar sus lazos y sus trampas. Los escaparates de las tiendas están llenos de toda clase de mentiras para atraernos; las bardas en los caminos, los postes telegráficos, los faroles y las esquinas de las calles, todo está cubierto de carteles llenos de embustes. La gran compañía que nos emplea nos miente y miente al país entero. Todo de arriba abajo no es sino una inmensa patraña. El país entero es una mentira: una mentira su libertad, una trampa para los trabajadores pobres; su prosperidad no era sino una falacia creada por los empresarios ricos; su justicia, una falacia creada por políticos corruptos. No importa a dónde vayas o con qué motivo –para comprar una casa, por ejemplo–, no debes escuchar toda la palabrería amable ni dejarte persuadir por la cortesía: uno debía ser amable y cortés, hasta donde fuera posible, pero tenía que tener muy claro que en ese preciso momento la persona que estaba delante era un ladrón y en todo momento había que estar preparado para montar en cólera y amenazarle.”

(Upton Sinclair, "La jungla", 1905.)

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