"Sin duda es más fácil escribir sobre las multinacionales que sobre el valor, y es más fácil salir a la calle para protestar contra la Organización Mundial del Comercio o contra el paro que para oponerse al trabajo abstracto. No se necesita un gran esfuerzo mental para pedir una distribución diferente del dinero o más empleo. Es infinitamente más difícil criticarse a uno mismo en cuanto sujeto que trabaja y que gana dinero. La crítica del valor es una crítica del mundo que no permite acusar de todos los males del mundo a 'las multinacionales' o a 'los economistas neoliberales' para continuar su propia existencia personal en las categorías del dinero y del trabajo sin osar ponerlas en cuestión por temor a dejar de parecer 'razonable'. Pero se ha vuelto absurdo reprochar al sistema capitalista que no provea del trabajo y del dinero suficiente. El tiempo de las soluciones fáciles ha pasado."
El Marx esotérico, el analista de las categorías básicas de la sociedad de la mercancía, es el objeto de estudio de la teoría crítica del valor, un campo de estudio esbozado en diferentes obras por el eminente barbudo de Tréveris cuya aplicación posibilita una comprensión lúcida y coherente del transcurso de la crisis definitiva de acumulación del capital: el valor, la célula germinal de toda la sociedad burguesa, el dinero, el alcahuete universal, el fetichismo de la mercancía, una inversión entre objetos y sujetos, el trabajo, el vínculo social alienado. La humanidad está sometida por la lógica de la mercancía, subordinada al movimiento fatalista del sujeto automático del valor: pueblos enteros, expulsados del proceso de producción, ya forman parte de una humanidad superflua para el ciclo de valorización; el dinamismo ciego de las cosas, consagrado al dios-fetiche del dinero, aboca a la crisis final del capitalismo.
"Una cosa sobre todo está clara: ninguna crítica del capitalismo es ahora posible sin crítica del trabajo. Tal crítica no es un 'lujo' reservado a los países ricos, sino que, bien al contrario resulta todavía más actual allí donde el trabajo ha desaparecido ya o bien no ha llegado jamás; o lo que es lo mismo, para aquellos a los que la sociedad del trabajo les ha hecho saber que no los necesita y que su desaparición sería un bien para la economía mundial. Cuando ser explotado por el capital se ha convertido en un privilegio reservado a una minoría, la vieja lucha de clases en torno al trabajo pierde todo sentido. La crítica y la abolición práctica del 'trabajo' son también la condición previa para comenzar a ser verdaderamente activo, poner en marcha los recursos y salir de la inactividad forzosa a la que la sociedad del trabajo condena a una parte mayor de la humanidad. El capitalismo ha sido una expropiación de los recursos, ahora hay que organizar su reapropiación."
(Anselm Jappe, "Las aventuras de la mercancía", 2003.)
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