Hace unos años que estuve en una de la sesiones del Primer Congreso Villero organizado por la Corriente Villera Independiente en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, bajo el lema 'por la reconstrucción del movimiento villero contra los malos gobiernos'. Las sesiones estaban custodiadas por tres pancartas: en la pancarta central, el rostro dibujado de Ernesto Che Guevara recordaba 'ahora, sí la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su propia historia', en las otras dos pancartas que la escoltaban aparecía el rostro del Padre Mugica con su sobrenombre inscrito, el 'cura villero': el cura de la villa 31, la villa de Retiro. Allí se podía respirar una de sus convicciones, 'la opresión envilece a quien oprime y a quien es oprimido', allí se llamaba a crear poder popular, y allí se reclamaba como consigna central la urbanización de las villas de Buenos Aires. El Padre Mugica fue asesinado por la Alianza Anticomunista Argentina en mayo de 1974.
"Señor, perdóname por haberme acostumbrado
a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor, perdóname por haberme acostumbrado
a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas,
de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no,
porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor, perdóname por decirles 'no solo de pan vive el hombre'
y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor, quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz."
(Oración creada por Carlos Mugica y reiterada por los curas villeros.)
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