jueves, 18 de abril de 2019

Lars Johansson, "Fuego venenoso" [2008]

El Delta del Níger es una región envenenada por la actividad extractiva de las compañías del petróleo: la población bebe agua sucia, los frutos de las plantaciones crecen contaminados, la tierra queda yerma, el gas quemado a la intemperie devasta la atmósfera, la economía agraria de subsistencia está destruida. ¿Y las rentas sacadas del petróleo? ¿Quién se beneficia de la fiscalidad de la actividad petrolífera? ¿Cómo distribuye el Estado los impuestos recaudados? Una parte ínfima de la enorme población nigeriana se enriquece espuriamente, el petróleo es sinónimo de corrupción: la capital, Abuya, como paradigma.


"A miles de kilómetros de distancia, en la región del Delta del Níger -los antiguos 'Oil Rivers', ríos de aceite del colonialismo británico-, una mujer saca las manos de lo que debería ser su tierra, pero sus dedos se elevan impregnados de un fango negro y grasiento.
Ha caminado durante horas en busca de agua potable, pisando sobre el entramado de tuberías que trasportan el petróleo. Ahora se encuentra con que los vertidos han acabado con uno de los últimos pozos a los que tenía acceso.
[...] Esta mañana Hope se despierta sobresaltada por la bella imagen de unos manglares ardiendo a su alrededor, y pugna contra sus recuerdos.
En ese momento, tres mujeres corren a ocultarse entre esos mismo manglares. A su espalda se eleva el humo del oleoducto que acaban de reventar."

(Amelia Celaya, Eduardo Romero, "Naiyira", 2016.)

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