lunes, 12 de agosto de 2019

Enric Bach, "El pionero" [2019]

'Querer acceder a la vida gloriosa de los moradores del Olimpo, ¿constituye un delito? Buscar la manera de medrar, enriquecerse o ayudar a un clan o partido político sin pararse en pelillos ni tiquismiquis legales, ¿no es algo perfectamente respetable y normal en el mundo en el que vivimos? El espíritu de iniciativa, ingeniosidad y tesón de que han dado muestra quienes ocupan hoy arbitrariamente el banquillo de los acusados, ¿no son legítimos y dignos de aplauso? Leamos atentamente los hechos y palabras referidos por los diarios tocante a su supuesta actividad delictiva, y nos invadirá al punto un sentimiento de admiración: ¡qué derroche de energía, destreza, talento! ¡Qué voluntad de triunfar! ¡Qué temperamento creativo y audaz! ¡Qué sano e inspirado ideal de progreso! ¿Las virtudes privadas pueden transformarse en vicios públicos? La lógica del ámbito en que nos movemos, en el que la estimulante tangibilidad del fin justifica los medios, nos dice que no: que los actos que les imputan, aunque aparentemente censurables desde una perspectiva ética anticuada y rancia, no lo son en el marco de la dinámica de nuevos ricos, nuevos libres y nuevos europeos de la actual y boyante sociedad hispana. Lejos de ser acreedores al castigo, merecen comprensión, simpatía y -¿por qué no?- recompensa.'

(Juan Goytisolo, "Modesta proposición", 1990.)


La pregunta sustancial es, '¿por qué Jesús Gil era tan querido?' Un pionero en la exitosa combinación de elementos que lubricó el milagro económico español de los años noventa del pasado siglo: promoción inmobiliaria, manejos financieros turbios, turismo y fútbol. Un hombre zafio y brusco, con una magnética proyección mediática, que fue alabado como héroe por miles de personas: empresario gestor de una única caja, patológico burlador de las legislaciones vigentes, tejedor de fieles y lucrativas redes clientelares, enemigo peligroso de juego sucio. Un maldito rico corrupto y corruptor, que representaba el deseo del ciudadano varón medio de acceder a las posibilidades más remotas de felicidad material: fines de semana en las Bahamas, acompañante despampanante, automóvil americano descapotable.

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