martes, 13 de agosto de 2019

Michael Glawogger, "Working's man death" [2005]

"Cuando era más joven, a los 16 años más o menos, durante los veranos solía trabajar en fábricas para ganar algo de dinero, y me sentía fascinado por el ambiente laboral, por lo que ocurre entre los trabajadores, y quería conocer mejor ese ambiente, quería saber si el duro trabajo manual era realmente para las personas. Empecé a mirar documentos y a ver películas sobre la historia de los trabajadores, y pronto descubrí que trabajo es una de las cosas que nunca se ve en estas películas. Se ven algunas ideologías, se ve al trabajador como un monumento, al trabajador como un pilar del estado y del sistema, pero nunca se puede ver de qué va el trabajo. Quería hacer una película en la que uno se siente en el cine y sienta el peso en sus espaldas."

(Entrevista a Michael Glawogger, 2005.)


Una monumental elegía a la clase obrera internacional. Un fotográfico seguimiento de la ruda labor de algunas comunidades de trabajadores en diferentes latitudes del planeta: las minas de carbón ilegales del Donbass (Ucrania), las sofocantes minas de sulfuro de Kawah Ijen (Indonesia), el sangriento matadero de Port Harcourt (Nigeria), el letal cementerio de barcos de Gaddani (Pakistán), el complejo siderúrgico abrasador de Liaoning (China), y el Leisure Park de Duisburg (Alemania), curiosa forma de conservar el legado arquitectónico del fordismo europeo.

"¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo? Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste no es suyo, sino de otro, en que no le pertenece; en que cuando está en él no se pertenece a sí mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica, así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo."

(Karl Marx, "Manuscritos: Economía y filosofía", 1844.)

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