miércoles, 28 de agosto de 2019

Luis Puenzo, "La historia oficial" [1985]


Recordaba aquel temprano texto de Rodolfo Walsh, "Carta abierta a la Junta Militar", el Estado, otra vez, la fuente misma del terror, y apreciaba la grandeza de la historia contada, que una madre católica, conservadora, crédula, cuestione aquel edificio social comandado por el infame Videla movida por el amor a su hija, por ese amor que es capaz de sacrificar su deseo, el deseo de permanecer junto a una criatura a la que quiere como a su propia hija, que una señora de clase alta con acceso a todas las prebendas indague en el rastro de los desaparecidos, los torturados, los silenciados, para buscar a la madre biológica, que lo haga movida por el amor, por la comprensión del padecimiento ajeno, la capacidad de ponerse en el lugar de la otra, la madre asesinada a la que fue arrebatada su criatura, la abuela desesperada que no conocerá a la nieta, 'llorar no sirve, créeme, llorar no sirve', la niña que merece conocer la historia de su gestación, que una señora educada en unos turbios preceptos disciplinarios lleve el amor hasta el cuestionamiento de su censurable posición social, resulta grandioso. Canta Maria Elena Walsh eso que dice 'En el país de Nomeacuerdo / doy tres pasitos y me pierdo / un pasito para allá/ no recuerdo si lo di / un pasito para allá/ !y que miedo qué me da!'

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