jueves, 22 de agosto de 2019

William Shakespeare, "Como gustéis" [hacia 1599]

Una tragedia en los crueles rigores de la sociedad cortesana, mundanal ruido de maquinaciones, con sus traiciones, envidias, rencores y destierros, y una comedia en el bucólico bosque de Arden, convención pastoril, con su naturaleza bienhechora, su libertad ajena a las convenciones sociales, su posibilidad para recomenzar una vida mágica. Una obra en la que el amor se manifiesta como motor de la fantasía, juego a veces perverso, redención que repara un pasado repleto de felonías, dulce laberinto de placeres mediante el que huir de las rutinas podridas del mundo político. Allí, en el bosque, los sufrimientos asociados a las atracciones amorosas se mostraban burlonamente, y los miedos cautelosos se suspendían en la confusión sexual que enloquecía las situaciones para reinventar una nueva forma de jugar con los géneros, y la creación imaginativa conseguía paliar las asperezas imprevistas, reconciliando lo que somos con lo que nos gustaría ser. Shakespeare es maravilloso.


"El mundo es un gran teatro,
y los hombres y mujeres son actores.
Todos hacen sus entradas y sus mutis
y diversos papeles en su vida.
Los actos, siete edades.
Primero, la criatura,
hipando y vomitando en brazos de su ama.
Después, el chiquillo quejicoso que, a desgana,
con cartera y radiante cara matinal,
cual caracol se arrastra hacia la escuela.
Después, el amante, suspirando como un horno
y componiendo baladas dolientes
a la ceja de su amada. Y el soldado,
con bigotes de felino y pasmosos juramentos,
celoso de su honra, vehemente y peleón,
buscando la burbuja de la fama
hasta en la boca del cañón.
Y el juez, que,
con su oronda panza llena de capones,
ojos graves y barba recortada,
sabios aforismos y citas consabidas,
hace su papel. La sexta edad nos trae
al viejo enflaquecido en zapatillas,
lentes en las napias y bolsa al costado;
con calzas juveniles bien guardadas, anchísimas
para tan huesudas zancas; y su gran voz
varonil, que vuelve a sonar aniñada,
le pita y silba al hablar. La escena final
de tan singular y variada historia
es la segunda niñez y el olvido total,
sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada."

(William Shakespeare, "Como gustéis", hacia 1599.)

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