sábado, 31 de agosto de 2019

Hans Magnus Enzensberger, "El corto verano de la anarquía: vida y muerte de Durruti" [1998]

Hacía tiempo que no leía algún relato de los tiempos épicos del primer asalto proletario español. Y por ahí que encontré barata la edición de Anagrama de "El corto verano de la anarquía: vida y muerte de Durruti" compilada por el alemán Hans Magnus Enzensberger. Una de las coetáneas mentes lúcidas que he tenido ocasión de leer y escuchar, me soltó en su día que Durruti era un zoquete, quizá evocando defectos que se le achacan: su apasionamiento irreflexivo, su limitada visión estratégica o su oratoria ruda y cortante. Me pareció aventurado el insulto. Leyendo el libro de Enzensberger, una documental muestra de textos de época, uno encuentra episodios para apuntalar o derribar el mito de Durruti, y la leyenda de la Revolución Española, o la grandeza de los objetivos de los anarquistas ibéricos. ¡Maldita Guerra!


"Y sin embargo, ¿qué ocurre ante nuestros ojos en España? Vemos que se desarrollan formas de coerción y ocurren casos de inhumanidad directamente opuestos al ideal humano y libertario de los anarquistas. Las necesidades y el ambiente de la Guerra Civil se sobreponen a las aspiraciones para cuya realización se ha iniciado la Guerra Civil. Odiamos en nuestra propia sociedad la coacción militar, la policía, la coerción en el trabajo y las mentiras que difunden la prensa y la radio. Odiamos las diferencias de clase, la arbitrariedad y la crueldad. Sin embargo, en España reina la coacción militar. Se ha decretado la movilización y el servicio militar, a pesar de que no se ha interrumpido la afluencia de voluntarios. El Consejo de Defensa de la Generalitat, en el cual nuestros compañeros de la FAI ejercen funciones directivas, ha dispuesto que se aplique el antiguo código militar a las milicias. También en las fábricas reina un régimen de coerción. El gobierno catalán, en el cual nuestros compañeros controlan los ministerios económicamente decisivos, acaba de disponer que los obreros efectúen tantas horas extras como el gobierno estime necesario. Otro decreto prevé que los obreros que no cumplan con las normas serán considerados como facciosos y tratados como tales. Esto significa lisa y llanamente la aplicación de la pena de muerte en la producción industrial. La policía tradicional, tal como existía antes del 19 de julio, ha perdido casi todo su poder. En cambio, en los tres primeros meses de la Guerra Civil, los comités de investigación, los responsables políticos y también, con demasiada frecuencia, individuos irresponsables, han efectuado fusilamientos sin la más mínima apariencia de juicio legal ni posibilidad de control sindical o de otro tipo. Desde hace pocos días se han instituido tribunales populares destinados a juzgar a los facciosos, reales o supuestos. Todavía es muy temprano para saber qué efecto tendrán esas reformas. También la mentira organizada ha resucitado después del 19 de julio..."

(El texto de Simone Weil incluido en "El corto verano de la anarquía".)

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