viernes, 10 de mayo de 2019

Fahimeh Farsaie, "Tiempos envenenados. El caso del doctor Danesh" [1991]


"No, en el discurso no se hablaba de violencia o de opresión, de la necesidad del terror o actos sangrientos. El doctor Danesh había hablado sobre todo de otra patria que debía edificarse sobre la de entonces: una patria en la que todas las criaturas, también patos y palomas, habían de tener pan. Debía nacer un país que además de la justicia social donara la libertad a sus mujeres y hombres."

El regusto agrio de las esperanzas truncadas se contagia tras leer la novela de Fahimeh Farsaie, "Tiempos envenenados. El caso del doctor Danesh", como si diera la razón a un cabezudo Guardián de la Revolución Islámica: si vamos a vivir en este mundo como en el paraíso, ¿para qué queremos el cielo?. La novela, basada en sucesos acontecidos durante la revolución y los años posteriores del mandato ayatolá, sigue el caso de la detención y posterior ejecución del doctor Danesh, un influyente médico comunista afincado en Teherán, y los desesperados intentos de su mujer e hija, desde el exilio en Alemania y asociados con familiares de otros presos políticos en riesgo de liquidación, por llamar la atención de una opinión pública y unas autoridades europeas indiferentes o lánguidas.

"Maral volvió a salir bajo la lluvia. Miró al cielo para dejar que las gruesas y furiosas gotas de agua cayeran contra los músculos tensos de su cara. Se empapó bajo la mortecina luz diurna, sin saber cómo escapar de la desesperación que la embargaba. Tenía la sensación de que todas sus cartas, idas y venidas, citas, las promesas y los esfuerzos de personalidades destacadas, sólo eran un intento ridículo de huir de la amarga realidad: que la ejecución de su padre no era importante para ellos. No les importaba ni a los que aseguraban comprenderla, ni a los que entretanto atendían a otras llamadas tratando de guardar distancias ante la desdicha del prójimo. No importaba a los que, enfrentados al problema de vida o muerte de una persona, hablaban simplemente del tiempo, ni a los que se compadecían de verdad. A nadie... Ni en la tierra ni en el cielo... Ni al Colegio ni a la Asociación Internacional de Médicos... Sólo le importaba a ella, que, sola e indefensa en esa implacable ciudad, lo recorría todo, bajo la lluvia y la luz anubarrada de un invierno helado, tratando de azuzar la conciencia de alguien. Sólo a ella..."

(Fahimeh Farsaie, "Tiempos envenenados. El caso del doctor Danesh", 1991.)

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