lunes, 13 de mayo de 2019

V.I. Lenin, "El Estado y la Revolución" [1917]

Lenin escribió esta conocida obra en agosto-septiembre de 1917 mientras estaba clandestino en Finlandia. El espinoso asunto del Estado, 'fuerza especial de coacción'. ¿Es el Estado producto y manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase? ¿Puede liberar el proletariado sus cadenas sin una revolución violenta que destruya el aparato del poder estatal? ¿Será la organización armada espontánea de la población herramienta suficiente para vencer los terribles rigores de una guerra civil? ¿Puede adquirir el Estado un papel de neutro mediador en el enfrentamiento entre las clases sociales? ¿El sufragio universal es un medio suficiente para revelar la voluntad de la mayoría de los trabajadores? ¿Tiene alguna consistencia teórico-práctica, más allá de la tozudez creyente, la afirmación que preconiza una lenta, paulatina, progresiva, extinción del Estado proletario? ¿Asumida la inevitable necesidad de una revolución violenta que derroque el Estado burgués, cómo desaparecerá progresivamente esa fuerza especial de represión bajo el dominio de quienes se arrogan la representación del proletariado? ¿Cuándo abandonarán los nombrados jefes del proletariado su tarea de vanguardia rectora de la violencia contra los recalcitrantes elementos burgueses? ¿Es posible tomar el poder político sin perfeccionar la máquina del Estado? ¿Puede una dominación supuestamente proletaria destruir los resortes del poder estatal burgués sin apuntalar el inmenso edificio estatal, sin fortalecer la burocracia y sin instituir un ejército permanente? ¿Con qué sustituirá la revolución proletaria la máquinaria estatal que ha de aniquilarse? Lenin recurre para caracterizar el Estado socialista, a lo analizado por Karl Marx tras la experiencia de la Comuna de París (Marx advertía que 'La Comuna ha demostrado, sobre todo, que la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines', que 'no se trataba de pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, sino de demolerla'), y atiende también a las notas que Engels despachó sobre la cuestión estatal, mientras se bate en abierta pugna con lo que denomina el oportunismo kautskiano, con los adeptos del menchevique Plejanov, con las posiciones imperantes en la fracasada Segunda Internacional: los píos deseos de conciliación interclasista, en los que el sometimiento de la minoría burguesa a la mayoría proletaria se desarrollaría pacíficamente. Profetizaba arrogante Engels en "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado", 'Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su tiempo. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce'.


"Nosotros nos proponemos como meta final la destrucción del Estado, es decir, de toda violencia organizada y sistemática, de toda violencia sobre los hombres en general. No esperamos el advenimiento de un orden social en el que no se acate el principio de la subordinacion de la minoría a la mayoría. Pero, aspirando al socialismo, estamos persuadidos de que éste se convertirá gradualmente en comunismo, y en relación con esto desaparecerá toda necesidad de violencia sobre los hombres en general, toda necesidad de subordinación de unos hombres a otros, de una parte de la población a otra, pues los hombres se habituarán a observar las reglas elementales de la convivencia social sin violencia y sin subordinación."

(V.I. Lenin, "El Estado y la Revolución", 1917.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario