jueves, 21 de febrero de 2019

Hajo Seppelt, "Dopaje - Alto Secreto: La cara oculta del atletismo" [2016]

La fabricación de campeones, los efectos de las drogas sobre el rendimiento, la misión de los médicos deportivos: la puesta a punto del cuerpo del deportista. Y es que el deseo de vencer a toda costa es adictivo, lo suficiente como para prevalecer sobre las cacareadas consideraciones éticas, tan caras a las ideologías del deporte. ¿Cuál es el elemento más importante del trabajo de un entrenador, la manipulación psicológica para volver a los deportistas contra los adversarios o la habilidad para conminarles a usar drogas y aceptar tratamientos médicos cada vez más monstruosos? Los deportistas están a la vanguardia de la disposición de la población mundial a destruirse y agredir su propio organismo. Jacques Rogge, expresidente del Comité Olímpico Internacional, dejó esta perla tras las olimpiadas de Sidney del año 2000, se refería a los deportistas que fueron cazados por dopaje, 'Cayeron por estúpidos, porque se doparon por cuenta propia, o porque vienen de países pobres. Los países ricos tienen un sistema sofisticado de dopaje, que cuesta mucho dinero, con drogas caras, supervisión especializada y chequeos secretos. Los pobres no pueden pagarlo. Es tan simple como eso'. O Carl Lewis, el Hijo del Viento, consagrado por el COI como atleta del siglo, que dijo durante la ceremonia de apertura de aquellos juegos de Sidney, 'Los dirigentes mienten. Los controles antidoping no funcionan. Ellos pueden controlar, pero no quieren. El deporte está sucio.' No nos va a escandalizar que la sociedad farmacopornográfica tenga sus vanguardias en las prácticas drogadictas.


"Hoy en día el espectáculo deportivo es indisociable del dopaje, pues la simple supervivencia de los deportes de alta competición depende de su existencia y de su desarrollo continuado. Ya se anuncia que en el plazo de pocos años será imposible producir campeones al ritmo exigido por el espectáculo deportivo. No se podrán superar las marcas establecidas (algunas ya llevan vigentes más de un cuarto de siglo) exclusivamente a través de mejoras tecnológicas en los materiales y los métodos de entrenamiento; para batir récords y llegar a lo más alto de su profesión, los deportistas de élite tendrán que recurrir a la modificación de su ADN. [...] A medida que se perfeccione, la detección del dóping genético será prácticamente imposible o solo podrá hacerse mediante complejas y peligrosas biopsias musculares."

(Federico Corriente y Jorge Montero, "Citius, altius, fortius. El libro negro del deporte", 2011.)

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