Otra obra del S. XVI que me despierta alguna sonrisa grata es la "Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa" o "El Abencerraje" a secas, una corta novela morisca, de autoría no determinada, difícil datación, y de la que se conservan varias ediciones, que rondan entre 1561 y 1565. Con estilo sencillo y elegante, benditas sean la sencillez y la elegancia, su núcleo temático desarrolla una lección de generosidad entre pretendidos enemigos, el caballero cristiano Rodrigo de Narváez, guerrero de experiencia, virtud y entendimiento, y el hispano moro Abindarraez, joven apasionado, valiente y leal, en el contexto de las escaramuzas de frontera entre los reinos cristianos y árabes del siglo XV. Y la atemporalidad de la idílica historia amorosa entre Abindarraez y Jarifa, es una preciosa pastelada, que obvio que me encanta.
"Aquí no hubo primeros movimientos que escusar, porque el principio de estos amores fue un gusto y deleite fundado sobre bien, mas después no vino el mal por principio, sino de golpe y todo junto: ya yo tenía mi contentamiento puesto en ella, y mi alma, hecha a la medida de la suya. Todo lo que no veía en ella, me parecía feo, escusado y sin provecho en el mundo; todo mi pensamiento era en ella. Ya en este tiempo nuestros pasatiempos eran diferentes; ya yo la miraba con recelo de ser sentido, ya tenía invidia del sol que la tocaba. Su presencia me lastimaba la vida, y su ausencia me enflaquecía el corazón. Y de todo esto creo que no me debía nada porque me pagaba en la misma moneda."
("Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa", versión incluida en el "Inventario" de Antonio de Villegas, 1565.)
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