domingo, 17 de febrero de 2019

Trevor Noah, "Prohibido nacer" [2017]

Me cansa la ley de Godwin, ya saben, la regla de analogías nazis que establece que a medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno. O lo que Leo Strauss llamaba 'reductio ad Hitlerum', la falacia que sostiene que si Adolf Hitler apoyaba algo, ese algo debe ser malo. Hitler fue otro monstruoso colonizador, solo que tuvo la osadía de operar en Europa. Trevor Noah, en una de las hilarantes historias que contiene su autobriografía "Prohibido nacer", explica por qué uno de sus amigos, bailarín de la crew musical con la que hacía pasta en su juventud, tenía por nombre Hitler, sin que entre la población sudafricana negra supusiera un escándalo. La cosa es que antaño, además del nombre tradicional africano, elegido con mucho esmero, a los negros se les exigía que tuvieran un nombre inglés o europeo. Lo común era elegir ese nombre al azar, sacado de la Biblia, de algún famoso de Hollywood o de algún político de las noticias, entre los que se encontraban, Mussolini, Napoleón o Hitler.


"También hay que tener en cuenta que el nombre de Hitler no ofende a un sudafricano negro porque Hitler no es lo peor que pueda imaginarse un sudafricano negro. Todos los países creen que su historia es la más importante, y esto se aplica especialmente a Occidente. Pero si un sudafricano negro pudiera viajar en el tiempo y matar a una sola persona, Cecil Rhodes vendría antes que Hitler. Si la gente del Congo pudiera viajar en el tiempo y matar a una sola persona, el rey Leopoldo de Bélgica vendría mucho antes que Hitler. Si los nativos americanos pudieran viajar en el tiempo y matar a una sola persona, seguramente sería Cristóbal Colón o Andrew Jackson.
A menudo conozco occidentales que insisten en que el Holocausto ha sido incuestionablemente la peor atrocidad de la historia de la humanidad. Sí, fue horrible. Pero a menudo me pregunto: las atrocidades cometidas en África, por ejemplo la del Congo, ¿cómo de horribles fueron? Una cosa que no tuvieron los africanos pero sí que tuvieron los judíos es documentación. Los nazis llevaban registros meticulosos, hacían fotos y grababan películas. Y al final la cosa se reduce a eso. Las víctimas del Holocausto cuentan porque Hitler las contó. Mató a seis millones de personas. Podemos mirar esa cifra y sentirnos horrorizados con razón. Pero cuando lees la historia de las atrocidades cometidas contra los africanos, no hay cifras, sólo conjeturas. Y es más difícil que te horrorice una conjetura. Cuando Portugal y Bélgica estaban saqueando Angola y el Congo, no se dedicaron a contar cuántos negros mataban. ¿Cuántos negros murieron recogiendo caucho en el Congo?¿Y en las minas de oro y diamantes del Transvaal?
Así pues en Europa y en América, sí, Hitler es el Mayor Loco de la Historia. Pero en África no es más que otro de los hombres poderosos de los libros de historia. Durante el tiempo que fui amigo de Hitler, no me pregunté ni una sola vez: '¿Por qué se llama Hitler?'. Se llamaba Hitler porque su madre le había puesto ese nombre y ya está."

(Trevor Noah, "Prohibido nacer", 2017.)

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