miércoles, 27 de febrero de 2019

Yorgos Lanthimos, "Langosta" [2015]


Una insoportable organización social distópica: la dictadura imperante obliga a que los seres humanos convivan en la ciudad en feliz pareja, en sacro matrimonio que se afianza por alguna característica física o psíquica compartida, como una miopía, una cíclica hemorragia nasal, una capacidad vocal exuberante, o una frialdad emotiva inusual, una afinidad que asegure a los esposos que se han unido con su media naranja. Aquellos y aquellas a los que la fatalidad arroja a la soltería, son recluidos en un hotel durante 45 días, dándoseles la oportunidad de reencontrar nueva pareja afín en tara, rareza, vicio o virtud, mientras reciben formación sobre los incuestionables beneficios derivados de la vida conyugal y se les dispone a ella mediante un régimen sexual que estimula la erección y penaliza con rudeza la masturbación. ¿Y qué pasa cuando ese periodo expira?, que los huéspedes son convertidos en aquel animal que eligieron al entrar al hotel. Los huéspedes pueden aumentar sus días de estancia en las instalaciones mediante la cacería de algún ejemplar de la comunidad soltera recalcitrante, un grupo rebelde, morador de los cercanos bosques, que se nutre fundamentalmente de fugados del hotel. Y no crean que este grupo insurgente vive en sana anarquía relacional, unas severas normas pretenden apuntalar una irredenta soltería: la coquetería está penada físicamente, el sexo está prohibido, el beso se castiga con la trepanación de la lengua, y el baile en pareja está vetado, la única música permitida es la música electrónica, que se escucha individual con cascos y discman. Obvio que en la propia insurgencia, las infracciones disciplinarias se suceden incontrolables.

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